Dos formas de periodismo
Hay gente condenada a ser nefasta en todo lo que hace. La peste misma.

Galicia
Hace veinticuatro años aparqué mi Megane Coupé cerca de la sede de la Xunta. Fue una maniobra impecable. Casi aplaudo. A los pocos segundos, justo delante, un conductor en otro Megane Coupé emprendió la misma acción, pero chapuceramente.«A que me da», pensé. Me da, me da. Me dio. Resoplé y me bajé. Nos miramos y después estudiamos la defensa de los coches. No había daños reseñables. Él se fue por su camino y yo por el mío, que resultó ser el mismo. Acabamos los dos en una rueda de prensa de Manuel Fraga. Su pregunta sacó de quicio al fundador del PP. Aquel periodista, entonces de la Cadena Ser, al que admiré al instante, y que en los años siguientes admiré todavía más, era José Precedo, hoy en eldiario.es. Esta semana testificó en el juicio al fiscal general del estado. En unos pocos minutos, como en una partida de ajedrez rápido, nos ofreció una lección sobre cómo contrastar una noticia antes de publicarla. También nos enseñó qué es la decencia, por cómo defendió a su fuente hasta las últimas consecuencias. La figura de Precedo se hizo aún más grande en comparación con Miguel Ángel Rodríguez, que el día anterior testificó en el mismo juicio y dijo ser la clase de periodista que no necesita contrastar nada, solo arrasar con lo que haya delante. Cada uno es bueno en lo que puede. Alguien pensará que tal vez Rodríguez sea mejor que Precedo al volante. No sería difícil. Pues tampoco se crean. Rodríguez se hizo tristemente célebre hace unos años por acabar detenido al cuadruplicar la tasa de alcohol permitida, tras chocar contra tres coches aparcados a un lado y otro de la calle. Hay gente condenada a ser nefasta en todo lo que hace. La peste misma.




