Selecciona tu emisora

Ir a la emisora
PerfilDesconecta
Buscar noticias o podcast

Cuando el arte es codiciado por los ladrones

Pocas obras han simbolizado mejor la angustia humana que El grito, del noruego Edvard Munch. Y pocas han conocido una vida tan agitada fuera del museo

Robos del arte

Robos del arte

00:00:0001:26:10
Descargar

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

Munch hizo cuatro versiones del mismo. Y dos de ese célebre cuadro han sido robadas, cada una con un guion digno de una película. La primera sustracción ocurrió en 1994, el mismo día en que se inauguraban los Juegos Olímpicos de Invierno en Lillehammer. Mientras el mundo miraba el espectáculo deportivo, dos ladrones treparon por una ventana del Museo Nacional de Oslo, arrancaron la pintura de la pared y dejaron una nota que decía irónicamente: “Gracias por la mala seguridad”. El robo fue rápido y limpio: duró menos de un minuto. Tres meses después, tras una operación encubierta de la policía noruega en colaboración con Scotland Yard, la obra fue recuperada en perfecto estado. El ladrón dijo que no lo hizo por dinero sino por superar un reto.

Diez años más tarde, en 2004, la historia volvió a repetirse, pero esta vez con más dramatismo. En pleno día y a punta de pistola, dos hombres enmascarados irrumpieron en el Museo Munch de Oslo y se llevaron El grito y La Madonna, otra pieza maestra del artista. Los visitantes, aterrados, fueron obligados a tirarse al suelo mientras los ladrones arrancaban los cuadros de sus marcos. La policía los recuperó dos años después, aunque las obras presentaban graves daños, especialmente El grito, que tuvo que ser restaurado durante meses.

Estos episodios no son únicos. El arte, por su valor económico y simbólico, ha sido objetivo frecuente de los delincuentes más ingeniosos. En 1911, el robo de la Mona Lisa del Louvre por un carpintero italiano, Vincenzo Peruggia, la convirtió en el cuadro más famoso del mundo. Incluso acusaron del robo al pintor Picasso y al poeta Apollinaire. Cuando fue hallada dos años después en Florencia, el lienzo de Leonardo ya era un mito.

En 1990, el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston sufrió el robo más grande de la historia del arte: dos falsos policías sustrajeron trece obras, entre ellas lienzos de Vermeer, Rembrandt y Degas, valoradas en más de 500 millones de dólares. Ninguna ha sido recuperada.

En 2010, cinco obras —de Picasso, Matisse, Braque, Léger y Modigliani— desaparecieron del Museo de Arte Moderno de París; el ladrón, un experto escalador, actuó solo y con pasmosa calma. El botín se estimó en 100 millones de euros, y las pinturas jamás fueron halladas.

Los ladrones de arte rara vez logran vender sus botines: las obras son demasiado conocidas para circular en el mercado legal. Sin embargo, el robo sigue siendo una tentación. En el fondo, cada asalto a un museo es una declaración de poder, una forma de apropiarse —aunque solo por un instante— del alma de la cultura.

 

Directo

  • Cadena SER

  •  
Últimos programas

Estas escuchando

Hora 14
Crónica 24/7

1x24: Ser o no Ser

23/08/2024 - 01:38:13

Ir al podcast

Noticias en 3′

  •  
Noticias en 3′
Últimos programas

Otros episodios

Cualquier tiempo pasado fue anterior

Tu audio se ha acabado.
Te redirigiremos al directo.

5 "

Compartir