Madre Teresa de Calcuta: La compasión como revolución
Una mujer diminuta, vestida con un sari blanco y azul, dedicó 45 años de su vida a los más desfavorecidos. Hoy su figura sigue siendo un referente en cualquier debate sobre pobreza, altruismo y espiritualidad
Teresa de Calcuta, una mística en el siglo XX
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Nacida como Anjezë Gonxhe Bojaxhiu el 26 de agosto de 1910 en Skopje (hoy Macedonia del Norte), en el seno de una familia católica albanesa, Teresa mostró desde niña una profunda sensibilidad hacia los desfavorecidos. A los 18 años ingresó en la orden de las Hermanas de Loreto en Irlanda y pronto viajó a la India, donde trabajó como maestra durante casi dos décadas. En 1946 experimentó lo que ella misma describió como una “llamada dentro de la llamada”: abandonar el convento para servir a los pobres más pobres entre los pobres. En 1948 obtuvo el permiso del Vaticano para iniciar su labor de manera independiente.
En 1950 fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad, institución que comenzó atendiendo enfermos y moribundos en las calles de Calcuta y que pronto se expandió a numerosos países. Su obra incluía hogares para moribundos y abandonados, centros para enfermos de lepra, orfanatos, comedores sociales, refugios para mujeres víctimas de violencia, además de programas educativos y sanitarios en barrios marginales. Su método era simple pero radical: ofrecer dignidad a quienes ya no esperaban nada. “Nadie debería morir solo”, repetía.
La pequeña monja se convirtió así en símbolo de una compasión activa y transformadora, reconocida internacionalmente. En 1979 recibió el Premio Nobel de la Paz, donde pronunció un discurso centrado en la importancia del amor concreto y cotidiano. No obstante, su figura no estuvo exenta de debate. Filósofos, intelectuales y organismos sociales señalaron condiciones sanitarias precarias en algunos centros, su postura firme contra el aborto, la anticoncepción y el divorcio o la aceptación de donaciones de dictadores y personas involucradas en escándalos económicos.
Para sus defensores, estas críticas no empañan su dedicación absoluta a los más desfavorecido. La Madre Teresa jamás respondió con dureza: “Si juzgas a las personas, no tendrás tiempo para amarlas”.
Renunció a su cargo como Superiora en 1997 y murió ese mismo año, el 5 de septiembre, a los 87 años. Su funeral, celebrado en Calcuta, tuvo honores de Estado. Hoy, las Misioneras de la Caridad operan en más de 130 países. Los voluntarios continúan aplicando su filosofía: “Hacer pequeñas cosas con gran amor”.
La Madre Teresa de Calcuta, ya canonizada, transformó la marginación en visibilidad y recordó, con su vida, que la solidaridad es también una forma de revolución.
