A vivir que son dos díasLa píldora de Tallón
Opinión

Una vida tranquila

Yo también he llevado una vida reposada, y aún así me ha dado tiempo a lanzar un coctel molotov, estrellarme en un coche, ser atracado, acompañar a un moribundo. De hecho, también he conocido a varios asesinos en persona.

Una vida tranquila

Galicia

Entre que nacemos y morimos, cada uno de nosotros pasa por muchas vicisitudes. Unas pocas pueden determinar al resto. Son esa clase de acontecimientos que nos impulsan con fuerza hacia delante o nos frenan en seco, y que después de suceder nos acompañan para siempre, aunque las dejemos atrás. Juntas diez, y con eso resumes toda tu vida. Me acuerdo de una entrada de los diarios de Iñaki Uriarte que decía: «He estado en la cárcel, he hecho una huelga de hambre, he sufrido un divorcio, he asistido a un moribundo. Una vez fabriqué una bomba. Negocié con drogas. Me dejó una mujer, dejé a otra. Un día se incendió mi casa, me han robado, he padecido una inundación y una sequía, me he estrellado en un coche. Fui amigo de alguien que murió asesinado y fue enterrado por los asesinos en su propio jardín. También conocí a un hombre que mató a otro, y a uno que se ahorcó». Solo es cuestión de edad, acababa diciendo Iñaki, que pese a todo sostenía que su vida había sido, en general, tranquila, pacífica, sin sobresaltos. Lo creo. Yo también he llevado una vida reposada, y aún así me ha dado tiempo a lanzar un coctel molotov, estrellarme en un coche, ser atracado, acompañar a un moribundo. De hecho, también he conocido a varios asesinos en persona. Al último me lo encontré en la cárcel, de visita, y me regaló una pulserita preciosa con mi nombre. No somos tan distintos unos de otros. Puede pasarte, que a veces también acabes de ministro, vicepresidente o secretario de organización, lo que no será óbice para visitar la cárcel, e incluso quedarse, y así conocer, de paso, a algunos asesinos.