Los terapeutas revelan por qué no dejamos a nuestros amigos de la infancia cuando ya no hay nada en común
Dejar atrás las amistades del pasado no es un paso fácil y nunca termina de darse del todo
Ilustración sobre la amistad infantil / Christian Horz
Explicaba The Conversation en un artículo de Cadena SER en 2021 que las prácticas afectivas y de amistad entre los niños no son democráticas y les resulta muy difícil reconocer que pueden "enamorarse o incluso convertirse en mejores amigos" de cualquiera, independientemente de su edad, sexo, actividades recreativas favoritas o apariencia. Haciéndose eco de un estudio de titulado 'Enemistades infantiles. Expresión temprana de las distancias sociales', abordaban este tema con datos.
Como en la edad adulta, la figura del alter ego está muy presente en el análisis de la sociabilidad infantil, concluyendo que los pequeños establecen vínculos con otros que se parecen a ellos, sobre todo en aspectos principales que los distinguen y jerarquizan, siendo los centrales el sexo y la edad. Estas condiciones parecen necesarias para la formación de los vínculos afectivos entre los niños.
Explicaban que si una de ellas falta es muy complicado que se desarrolle una verdadera amistad cuando se es pequeño, y mucho menos la "mejor amistad". Les es difícil hacerse amigos de otro niño que no comparte los mismos gustos, los mismos juegos y las mismas actividades. Pero si se consigue encontrar esas grandes amistades, estas pueden durar para toda la vida, porque aunque esta te aleje regularmente hay algo que te atrae una vez que volvéis a hablar o encontraros, siendo muy difícil terminar de dejar ir.
Los amigos de la infancia no se van del todo
En CNBC Make it escribieron sobre ello, centrándose en que, a pesar de no tener ya un vínculo habitual, desarrollar valores diferentes o distanciarse físicamente, suele ser difícil dejar ir a los amigos de la infancia, haciéndose la pregunta de por qué es tan difícil terminar con alguien con quien hablas trimestralmente, en el mejor de los casos. Para darle respuesta, hablaron con una serie de expertos que dieron varias explicaciones.
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La nostalgia es un punto importante y esas amistades pasadas simbolizan una parte de nuestro yo anterior que extrañamos, pero también hay un componente interno que intenta demostrar que somos capaces de mantener relaciones profundas durante mucho tiempo. Eman Almusawi, terapeuta de 'A Better Life Therapy', decía que "los amigos de la infancia demuestran que nos divertimos mucho mientras crecíamos" y se produce una asociación directa a quiénes somos desde nuestro origen.
Almusawi comenta que "es como si una parte de nuestra identidad estuviera entretejida en estas conexiones, y cuando intentamos seguir adelante, puede parecer que estamos dejando ir una parte de nosotros mismos", sin embargo, el paso del tiempo puede hacer que los reencuentros no sean del todo agradables. Las conversaciones se centrarán en cosas de antaño, anécdotas o romances pasados que quizá generen algo de incomodidad según en qué situaciones y contextos.
Esto puede hacer que "en lugar de acercarnos, estas conversaciones pueden resultar incómodas y forzadas. Es como intentar entrar en unos vaqueros viejos: lo que antes me quedaba perfecto ahora parece fuera de lugar", afirma la terapeuta. Pero, como se ha mencionado, hay una vertiente intrínseca de sentimiento o pensamiento que va de la mano del mantenimiento de las relaciones como aspecto positivo humano, así como un matrimonio de décadas es señal de éxito, una amistad larga indica una aptitud para mantener vínculos, destaca Christie Tate, escritora y autora de 'BFF: A Memoir of Friendship Lost and Found'.
Es una cualidad que "dice que he cambiado y crecido, pero sigo conectado con esta gente. Eso demuestra que soy una buena persona con buenas relaciones, y que fracasar se siente fatal", explica Tate, que puntualiza que ser el tipo de persona que pierde amigos no coincide con la visión que muchos tenemos de nosotros mismos. Igualmente, la escritora destaca que le gusta "la idea de ser una persona con raíces y relaciones a largo plazo", pero no "la idea de no poder aferrarme. Eso no concuerda con la narrativa que tengo sobre mí misma".
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