El otoño ya está aquí y con él la oscuridad más tempranera: cómo evitar la tristeza invernal

El final de septiembre trae consigo los últimos días de calor antes de que el otoño se instale de lleno. Y, con él, llega también un fenómeno cada vez más reconocido: la llamada “tristeza invernal”. Cansancio, falta de energía, más sueño de lo habitual y un aumento en el consumo de dulces son algunos de los síntomas que, según los especialistas, afectan a cerca de un 10% de la población cuando los días se acortan.

“Probablemente haya personas con cierta predisposición genética, aunque no sepamos exactamente quiénes ni por qué”, explica Poul Videbech, profesor de psiquiatría e investigador. El experto recuerda que, aunque muchas veces los síntomas pasan desapercibidos, es importante prestar atención a cómo responde el cuerpo a la llegada del frío y la falta de luz.

El motivo principal está en la química del cerebro. Menos horas de sol significan menos serotonina —el neurotransmisor que regula el estado de ánimo— y más melatonina, la hormona que induce el sueño. El resultado: mayor fatiga y más antojos de azúcar.

La línea entre la tristeza estacional y la depresión invernal, advierte Videbech, está en la capacidad de funcionar con normalidad: “Si una persona ve afectada de forma significativa su vida diaria, en el trabajo o en casa, entonces hablamos de depresión invernal”.

La mejor receta, según los expertos, sigue siendo la luz. Salir al aire libre y hacer ejercicio son las recomendaciones básicas, pero cuando eso no es suficiente, existen las lámparas de fototerapia. Para que sean efectivas, deben emitir una luz blanca muy intensa —alrededor de 10.000 lux— y utilizarse por la mañana, nunca por la noche, para no alterar el sueño.

Videbech aconseja dedicar unos 30 minutos diarios a este tratamiento y ajustar el uso según la respuesta de cada persona. “Se trata de probar y descubrir qué funciona mejor para uno mismo”, concluye.