SER Historia: La España más mágica
Cuando muchos españoles buscan sorprenderse con la historia de países remotos en continentes lejanos y lugares exóticos, muchas veces olvidamos que <b>el mayor de los secretos lo tenemos junto a nosotros mismos</b>
Todos los que han sentido la curiosidad de indagar en la Historia de su pueblo, o de preguntarse por qué la advocación de este santo o esta Virgen está ligada a tal o cual iglesia y no otra, se habrán acercado al otro lado de la Historia. No es en absoluto un lado oscuro. Al contrario, en muchas ocasiones su luz es la única herramienta para poder explicar el porqué de lo que hoy somos.
Que una catedral se encuentre en un lugar y no en otro, o el origen de los nombres de nuestras ciudades y pueblos, viene en muchos casos de tradiciones ancestrales de incluso miles de años de Antigüedad, que hunden sus raíces en la Prehistoria. El motivo original de por qué un pueblo levantó un menhir o un dolmen en determinado sitio y luego esa sacralización se ha mantenido hasta nuestros días, en ocasiones salvando todo tipo de avatares históricos, seguramente no podamos conocerlo nunca. Pero sí nos podemos preguntar por qué.
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El cristianismo más mágico
Que las apariciones marianas estén vinculadas a cuevas, ríos o árboles, elementos que la tradición ha considerado sagrados desde el comienzo de los tiempos, no es casual. Que Santiago de Compostela (el "campo de las estrellas"), se encuentre en el extremo occidental del continente europeo, junto al Final de la Tierra, el Finis Terrae, tampoco es casual. Igual que tampoco lo es que la inmensa mayoría de las iglesias tengan su puerta principal mirando al oeste y el altar, en el extremo contrario, se sitúe mirando al este, a oriente, por donde se levanta el sol cada mañana; es decir, por donde aparece Jesús, Lux Mundi ("la luz del mundo") según el Nuevo Testamento. Esto que nos puede parecer algo baladí, no es más que la demostración de cómo las tradiciones milenarias de nuestros antepasados se han perpetuado hasta nuestros días. Solo ha cambiado el nombre de los receptores de esa fe (antaño dioses de la naturaleza, hoy santos o vírgenes). Sin embargo, la esencia inicial de todos ellos, el elemento mágico, sigue ahí, esperando para sorprendernos con las respuestas que dan a nuestras curiosas preguntas.