¿Quién dijo Edad Oscura?
La Edad Media es una de las etapas de la Historia con más número de seguidores. Se la ha llamado en ocasiones Edad Oscura. Pero un vistazo en profundidad a los tesoros que hemos heredado de estos siglos nos puede abrir los ojos a una realidad totalmente diferente
La Edad Media situada cronológicamente entre la Antigua y la Moderna, abarca, grosso modo, entre los siglos VIII con la llegada de los musulmanes a la península Ibérica en el 711, hasta la conquista de América en 1492. Muchos especialistas han propuesto sus propias cronologías, años arriba abajo.
En su momento fue calificada de oscura por los racionalistas en contraposición a las luces del Renacimiento que le siguió. Sin embargo, por una vez, y no es la primera, los racionalistas se equivocaron, creando una etiqueta que aún hoy podemos leer en muchos libros. Y, realmente, la Edad Media no tuvo nada de oscura.
Nuestra ignorancia es quizá la respuesta a esa etiqueta. El hombre (y la mujer) medieval fue tan creativo como cualquier otro. Es más, en muchos aspectos del arte o de la cultura, fueron capaces de proponer temáticas, formas, pensamientos y simbolismos que aún hoy no alcanzamos a comprender. De ahí parte quizá la idea, a nuestros ojos, de oscuridad.
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El verdadero siglo de las luces
Cualquiera que entre en una catedral incluso en un día de invierno nublado, podrá disfrutar de la luz de sus vidrieras. ¿Dónde está entonces esa oscuridad?
Es cierto que las diferentes plagas de peste o epidemias, extraordinariamente comunes en aquella época, arrasaron poblaciones enteras y generaron un ambiente de desasosiego y frustración entre los habitantes de la Europa medieval. Sin embargo, todos ellos supieron resurgir de sus cenizas y resolver problemas con respuestas afines a los medios y, sobre todo, las creencias de la época.
En nuestro programa especial de SER Historia dedicado a la Edad Media abordaremos varios temas de gran interés para demostrar que, en efecto, la Edad Media no fue nada oscura sino que brilló con una luz especial que quizá hoy no somos capaces de tamizar para comprender. Hablaremos de las catedrales, de la iconografía erótica que colmaba los exteriores de las iglesias, el significado de los beatos, como el de Liébana, todo un canto a la creatividad miniaturista y a esa particular mitología medieval. En definitiva, varias propuestas que nos harán borrar de nuestra cabeza la errónea idea de un mundo oscuro en el que la muerte y una religiosidad extrema parece que lo cubrían todo.