El paro no puede ser una cortina de humo

El Gobierno y el Partido Popular ya han adelantado que la cifra del paro del mes de agosto será buena, que será la mejor de un mes de agosto desde el año 2000. Y ustedes, como yo, como cualquiera se alegrarán mucho con ese dato. Nuestro estado de ánimo colectivo es tan frágil que cualquier atisbo de mejoría hay que subrayarlo.

Ojalá sea un cambio de tendencia y no una cifra estacional atribuible al turismo. En enero de 2010 el Gobierno socialista anunció el final de la recesión, y técnicamente fue así, pero fíjense el diluvio que vino después. Llueve ya sobre un pueblo muy mojado que se merece que le infundan confianza pero desde la verdad, tratado como un adulto al que se pueden dar buenas y malas noticias, con un discurso coherente, realista y de largo plazo.

Y para empezar, se merece que los datos del paro, que son públicos, o sea de todos y recogidos en organismos públicos con dinero de todos, no los comunique a la población la secretaria general del PP para salvar una rueda de prensa complicada para su partido y para ella porque, por más que se empeñen, parece que sobre el caso Bárcenas no todo está dicho.

Y con el Gobierno empeñado en dar solo buenas noticias, la ministra Báñez presenta su reforma de las pensiones como la garantía de que, al menos, siempre subirán un 0,25%, aun en los momentos de mayor dificultad económica. Pero lo cierto es que si se aprueba como está previsto este mes y entra en vigor en enero, las pensiones ya no se revalorizarán con el IPC, con el coste de la vida, sino con una fórmula que tiene en cuenta además los ingresos de la Seguridad Social y la esperanza de vida.