¿No son peores otros cortes de mangas?

A lo Bárcenas, Peer Steinbruck, candidato socialdemócrata alemán, aparece en los kioscos alemanes haciendo ese gesto que aquí llamamos peineta y en Alemania llaman gráficamente "dedo pestilente". Asume riesgos, porque aunque el gesto va dedicado a quienes han criticado sus deslices verbales en campaña, quien no entre en detalles no sabría interpretar si el corte de mangas va dirigido a Merkel, a Europa, a la crisis o a los alemanes en su conjunto. Veremos si dentro de una semana las urnas le devuelven la peineta o no.

Si nos sorprendemos en exceso es porque nos falta memoria. Aquí también las hemos visto, espontáneas. Fue memorable la de Aznar a unos jóvenes que le increparon en la universidad de Oviedo, la de Federico Trillo respondiendo a ciudadanos que increpaban a Camps, o la de Bárcenas a los periodistas que le esperaban en Barajas después de su último viaje antes de entrar en prisión.

La grosería no es la mejor de las marcas para la imagen de un político. Pero en política, quizás no sean las reales las peinetas más graves. Existen otras: los silencios, las mentiras, los eufemismos, las promesas incumplidas, las manipulaciones informativas, las espantadas... Son tantas sus formas y tantos los ejemplos de esas peinetas virtuales que con ellas podríamos llenar un estadio: el estadio de la peineta.