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ELECCIONES EN ALEMANIA

Alemania y su obsesión por la inflación

Su obsesión por la subida de precios no es baladí, sino un viejo fantasma que se explica por razones históricas

La canciller alemana, Angela Merkel, en un acto de campaña.(REUTERS/Ina Fassbender)

La canciller alemana, Angela Merkel, en un acto de campaña.

Alemania, concretamente el Bundesbank, es por antonomasia el guardián de la inflación de la eurozona. Su obsesión por mantenerla a raya fue trasladada también al Banco Central Europeo, con base en Frankfurt, cuyo mandato está centrado en velar por la estabilidad de precios, evitando que estos suban más de un 2% al año.

La reciente decisión del Consejo de Gobierno del BCE de situar los tipos de interés en su mínimo histórico, un 0,5%, para favorecer el flujo de dinero a la economía real ha puesto sobre aviso de nuevo a los ortodoxos economistas alemanes, temerosos de que con un precio del dinero tan bajo surjan presiones inflacionistas.

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Su obsesión por la subida de precios no es baladí, sino un viejo fantasma que se explica por razones históricas. Hay que remontarse a los años veinte del siglo pasado cuando Alemania tuvo que indemnizar a los vencedores tras haber perdido la I Guerra Mundial. La República de Weimar comenzó entonces a emitir moneda sin límite. La gran cantidad de dinero puesta en circulación por el Estado llevó a una subida generalizada de los precios que en 1923 causó una situación de hiperinflación, llegando a cifrarse en un 1.000.000.000.000%. La variación de precios era tal que los obreros llegaban a cobrar dos veces al día y para comprar una barra de pan era necesaria una maleta llena de billetes.

La hiperinflación trajo consigo la ruina de los pequeños ahorradores, el empobrecimiento de los trabajadores asalariados y fue el origen de grandes problemas sociales que en buena medida explican el ascenso de Hitler al poder.

De eso han pasado unos 90 años pero la preocupación por la inflación continúa intacta en el país teutón. Tanto es así, que hace apenas dos meses la prensa recogía el siguiente titular "un helado cuesta hoy un 684% más que en 1985". La noticia fue publicada en el diario 'Die Welt', donde se indicaba que el helado es el alimento en el que más se percibe la inflación sufrida en los últimos años. El texto analizaba con opiniones de expertos economistas, testimonios de heladeros italianos y datos de los costes de producción si esta subida estaba justificada. Una demostración, seguramente, de que la inflación continúa siendo un fantasma que sobrevuela en la vida diaria de los alemanes y no solo el principal menester de la élite de BuBa (diminutivo del Bundesbank).

 
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