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FINAL COPA ACB | BARCELONA 76 - REAL MADRID 77

Llull decide una final para la historia

El Madrid se impone en el último segundo con el tridente Mirotic (MVP), Rudy y 'Chacho' rindiendo al máximo contra un Barcelona que nunca se dio por vencido

Sergio Llull besa la Copa conquistada por su equipo en el Martín CarpenaEFE

Final de contrastes en Málaga, entre dos equipos de grandes plantillas. Pero los partidos, y más aún las finales, no las ganan los nombres sino los bloques. Y ahí el Madrid partía con ventaja. Su núcleo lleva más sudor, entrenamientos y batallas de entrega juntos. Esa diferencia se nota en su casi inmaculado arranque de campaña. Pero una final ante el eterno rival siempre deja un porcentaje de variables al azar, llámese acierto o capacidad de sufrimiento | Directo del Barcelona 76 - Real Madrid 77.

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Con esta premisa comenzó el encuentro, con un Barça más enchufado. No arriba en el marcador, pero sí con un juego más efectivo. Dos minutos tardó el conjunto de Pablo Laso en anotar su primera canasta. La consigna desde el otro banquillo era clara: correr poco y defender mucho. Y eso funciona hasta que la calidad aparece en escena con dos triples de Rudy y Mirotic (4-8).

El Madrid comenzó a destensar sus articulaciones buscando el estiramiento preciso para marcharse en el marcador. Un ejercicio que se daba por hecho antes de empezar, lo que no estaba tan claro era la respuesta de los azulgranas, y esta fue muy buena. Subidos a la espalda de Tomic y Lorbek, el Barcelona se agarró al partido con un juego control. Lo básico para ser efectivos, sin grandes derroches. Un estilo que les permitió parar el juego de su rival y marcharse ganando (17-16) al final del primer cuarto.

Momento de hacer recuento de pérdidas en los dos bandos. Dos faltas para Rudy y dos para Navarro con la sensación de que al balear le pesaban más. El segundo cuarto incluía un pase especial para la final: la exquisitez de Sergio Rodríguez. Un nuevo estímulo para motivar la actividad de la defensa azulgrana y tratar de secar al jugador más desequilibrante sobre la pista. El encuentro siguió el rumbo marcado minutos antes, con Oleson y Marcelinho apostando por la pulcritud, por lo esencial. Paso a paso, punto a punto. Sin prisas. Cuidando cada posesión con un mimo ejemplar.

Enfrente el Madrid dependía más del acierto individual. Se complicaba más la vida buscando la excelencia que, en situaciones bajo presión, no siempre llega. El marcador fluía sin desnivelarse, con los dígitos aferrados unos a otros para no perder la comba. Tomic con diez puntos antes del descanso y el factor sorpresa de Abrines, con dos triples seguidos, lanzaron al conjunto catalán. A los vestuarios con el Barcelona cuatro puntos arriba (42-38) y la mitad del trabajo hecho. Pascual había taponado el talento blanco.

Tiempo de asistir al cambio o a la confirmación. Desde el primer minuto de la reanudación, el combinado merengue saltó decidido a demostrar que la primera parte había sido la antesala. De la mano de Rudy, con dos triples, y el talento de Mirotic, el electrónico cambió de dueño. Los mejores jugadores blancos crecían por momentos, signo inequívoco de que habíamos asistido a una pequeña revolución. Un golpe de efecto que obligó al propio Barcelona a cambiar su esquema. Del juego colectivo pasó a una individualidad, pero qué individualidad. Marcelinho Huertas, con once puntos en el tercer cuarto, estaba empeñado en amargar la fiesta a su máximo enemigo, como ya hizo en su día con el triple en carrera mítico de la final de Liga.

Fin del tercer cuarto con una mínima ventaja para el Madrid (59-60). Nervios entre Tomic y Slaughter, puntos que cada vez costaban más anotar. Todos los ingredientes para uno de esos finales que perduran en la memoria. El Madrid necesitaba que no se apagase el interruptor de sus mejores hombres. Y cuando eso sucedió apareció el eterno capitán. Felipe Reyes con cuatro puntos dio aire a su equipo. El partido estaba en el filo, a punto de romperse. Navarro falló dos tiros libres que parecían decantar el encuentro. Había llegado el temido atasco culé en el peor momento. Una desconexión que coincidió con Mirotic tirando solo desde su lugar favorito: la esquina del triple. Siete puntos de ventaja para los blancos (64-71) y dos minutos por jugarse. La cuesta no podía ser más dura para el Barça, que sufría para encontrar clarividencia en ataque. A lo que añadió 12 tiros libres fallados, un 56% paupérrimo que les estaba sepultando.

Y cuando peor estaban las cosas surgió la luz. El baloncesto premió la autoconfianza de los de Xavi Pascual con un triple de Oleson y un tiro genial a una pierna de Huertas que ajustaron la final a dos puntos (73-75). El desenlace iba a dejar en evidencia al mejor guion imaginable. Sergio Rodríguez perdió el balón con 20 segundos y Oleson, ¡otra vez Oleson!, anotó un 2+1 descomunal. El Barcelona había hecho lo más difícil: ponerse arriba a falta de 8 segundos. Pero el baloncesto, que a veces quita pero siempre da, a los jugadores, a los entrenadores y sobre todo a sus aficionados, se reservó la perfección.

Porque la canasta de Llull a falta de una décima, el jugador que peor partido había hecho de los diez que estaban en pista, fue la guinda definitiva. Una moneda al aire. Una canasta que podía haber entrado o no; y que significó la felicidad para unos y la decepción para otros. Pero innegablemente el baloncesto nos había regalado a todos uno de esos partidos de los que vamos a hablar años y años. Eso es el baloncesto.

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<a name="despiece1"></a><b>Ficha técnica:</b>

76- FC Barcelona (17+25+17+17): Huertas (15), Navarro (5), Papanikolaou (2), Lorbek (8), Tomic (14)-cinco inicial- Dorsey (7), Sada (0), Abrines (7), Oleson (11), Nachbar (7) y Pullen (0).77 - Real Madrid (16+22+22+17): Llull (9), Rudy Fernández (19), Darden (2), Mirotic (17), Bourousis (2) -cinco inicial-, Draper (5), Reyes (9), Rodriguez (8), Carroll (2) y Slaughter (4).Árbitros: Hierrezuelo, García González y Conde. Señalaron falta técnica a Slaughter y a Tomic, en el minuto 29. Eliminado por cinco faltas personales Reyes, minuto 40.Incidencias: Partido correspondiente a la final de la Copa del Rey disputada en el Palacio de los Deportes Martín Carpena, de Málaga, ante 11.000 espectadores. Mirotic fue el "Jugador Más Valorado de la Final".

 
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