¿Llegará el ansiado Oscar de Leonardo DiCaprio?

La historia de Leonardo DiCaprio con los Oscar es la del interminable tira y afloja. Y comienza allá por el año 1993 cuando fue nominado a mejor actor secundario por su papel en '¿Quién ama a Gilbert Grape?' del director sueco Lasse Hallström.

Pasaron éxitos como 'Romeo y Julieta' y 'Titanic', que le catapultaron con el rostro bonito de Hollywood, el objeto de deseo de cualquier adolescente. Con el éxito de la imponente producción de James Cameron vinieron la fama, los excesos y un éxito desbordado. La Academia no lo nominó por ninguna de las cintas, ni siquiera por 'Titanic' que acaparó nada menos que 14 nominaciones (incluida la de mejor actriz, Kate Winslet).

Pero Leonardo DiCaprio supo desterrar las etiquetas y este estigma de "sex-symbol", demostrando ser un actor de poderosos registros, bajo papeles complejos y estrafalarios. Se convirtió en el fiel reflejo del sueño americano. Tras 'Atrápame si puedes', que le valió la nominación a los Globos de Oro, y 'Gangs of New York', en las que tampoco sería nominado, su segunda nominación llegaba en el año 2004 con 'El aviador', otra vez de la mano de Scorsese. La estatuillas sería para Jamie Foxx y su gran papel en Ray. Repetiría candidatura y fracaso dos años más tarde con 'Diamante de sangre' de Edward Zwick.

Otras de sus actuaciones en films como 'Infiltrados', 'Django Desencadenado', 'Revolutionary Road' o 'J. Edgar', le han valido el reconocimiento del público y de la crítica, pero no así la nominación. De hecho, Dicaprio suele comentar con ironía que le "sale fenomenal la cara de perdedor".

A la gala del próximo 2 de marzo, Leonardo Dicaprio llega con su cuarta nominación y el Globo de Oro bajo el brazo. Pero nuevamente algunas quinielas son escépticas sobre su victoria. Precisamente su compañero en 'El Lobo de Wall Street', Matthew McConaughey, es el otro gran favorito por su rol de enfermo del sida en Dallas Buyers Club. Quizás el 'Lobo' presenta a un personaje demasiado políticamente incorrecto para la más tradicional Academia. O quizás, por fin, se consume su aullido.