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Her. Retrato generacional del amor

Her. Retrato generacional del amor 

Resulta curioso que dos de las películas que más han sorprendido en los últimos meses, hayan sido historias de amor. En Cannes, La vida de Adèle dejó anonadado a Steven Spielberg y la crítica estadounidense se ha dejado engatusar por la historia de amor entre un tierno Joaquin Phoenix y su sistema operativo. Las dos cintas cuentan dos historias de amor, desde el principio hasta el final. Son dos retratos del amor en estos tiempos tan raros.  Abdellatif Kechiche trazaba en La vida de Adèle un retrato de la sociedad francesa sin recurrir a tópicos, simplemente a través de la historia de amor de dos mujeres. En Her, Spike Jonze ofrece un retrato excesivamente generacional pero con el que consigue calar la complejidad de la comunicación y del amor, algo que ya empezó a trazar en su corto Im here.  'Her' es el devenir de un romance, pero su envoltorio es mucho más que una simple retrato de pareja. Spike Jonze, que ya nos metió en la mente de una estrella de Hollywood en Cómo ser John Malkovich (1999), en el proceso de escritura de una novela en El ladrón de orquídeas (2002), o en los sueños de un niño en la oscura Dónde viven los monstruos (2009), ahora nos sitúa en un futuro próximo donde la tecnología ha alcanzado su máximo esplendor, donde todo el mundo anda mirando el móvil, donde las relaciones se piden a la carta y donde los sentimientos están sobrevalorados. Sólo Jonze es capaz de captar el lirismo de una relación entre el ser humano y la máquina y de ponerle a la máquina la voz sensual de Scarlett Johansson y capaz de confundirnos porque, a veces, no queda claro quién es el humano y quién el ordenador. El retrato del futuro no puede ser más actual (vayan en metro y alcen la cabeza si no están de acuerdo).

Lo mejor de Her es que es una cinta sutil, sin subrayados. Spike Jonze es listo y evita juzgar a su personaje, o a su generación, o a sí mismo; pero el hecho de que no haya una crítica intencionada no convierte a 'Her' en una película vacío envuelta en esa estética vintage, como si nos estuviera mostrando el propio instagram del director. Durante toda la historia, algo alargada quizá, la que nos guía un Joaquin Phoenix, al que dan ganas de abrazar y querer. Es un torpe emocional, como todos nosotros,  capaz de escribir cartas de amor para el resto y hacer negocio de eso, pero incapaz de lograr que sus relaciones funcionen. Alguien que se siente más cómodo con su ordenador que con una mujer de verdad. La incomunicación en la era de la comunicación es el problema que destaca Her.  Pepa Blanes 

 
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