"Contra la brecha salarial hay que empezar por repartir mejor las tareas en casa"

La gran diferencia salarial entre hombres y mujeres sigue sin desaparecer a pesar del paso del tiempo. El último informe es el de la Comisión Europea y da un dato muy gráfico de la situación: dice que si seguimos como hasta ahora, la igualdad entre el sueldo de un hombre y una mujer no será una realidad hasta el año 2.084.

Solemos pensar que la brecha salarial se corresponde con que a empleos iguales el salario de las mujeres es más bajo. La brecha salarial es eso pero va más allá. También se debe a que las mujeres trabajan menos horas y tienen más jornadas a tiempo parcial, es la denominada discriminación ocupacional.

Un estudio de la Encuesta de Población Activa de noviembre de 2013, que recogía datos de 2012, señalaba que las mujeres se concentran mucho más en los trabajos de salarios bajos. Simplemente para hacernos una idea vale este ejemplo: el 18,9% de los hombres gana 1.216 euros; mientras que en el caso de las mujeres esa cifra se dobla, situándose en el 42,1%.

En los últimos años la crisis ha hecho que muchas mujeres se incorporen al mercado laboral, ¿Por qué? Porque muchos hombres se han quedado en el paro y sus mujeres, que hasta entonces trabajaban en casa, han salido a buscar trabajos. Algunas lo han encontrado pero se trata de trabajos poco cualificados.

¿Qué podemos hacer para que se igualen los salarios?

Para José Ignacio Pérez Infante es fundamental que se incentive esa igualdad desde la educación y con el reparto de tareas, que se haga "un verdadero reparto de responsabilidades familiares entre hombres y mujeres". Pero Pérez Infante va más allá y considera fundamental que haya una política de igualdad con subvenciones para hacer más baratas, por ejemplo, las guarderías.

Para José Ignacio Pérez Infante en los últimos años lo que ha pasado es que en vez de avanzar hemos retrocedido en esta materia por los recortes que se han producido en las ayudas a la dependencia "ya que esto fomenta que las cargas familiares sean mayores". Con menos dinero uno de los cónyuges se ve obligado a quedarse en casa cuidando de su familiar.

Pérez Infante concluye con una reflexión: "Es cierto que hay discriminación salarial, pero lo más importante es la discriminación ocupacional, y no tiene sentido porque el nivel universitario de las mujeres es igual o superior al de los hombres".