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Los evangelios apócrifos y la Pasión de Jesús

Al reconstruir los últimos días de vida de Jesús, solemos usar los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y los descubrimientos que la arqueología. Por último, nos valemos también de fuentes históricas, principalmente romanas y judías. Pero a menudo ignoramos los evangelios apócrifos

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La palabra apócrifo significa literalmente "cosa escondida u oculta", pero cuando la aplicamos a un evangelio significa en realidad que quedó fuera del canon del Nuevo Testamento y, por lo tanto, era un texto sospechoso de contener enseñanzas heréticas o poco recomendables.

Por lo general, podríamos afirmar que los evangelios apócrifos son más tardíos que los cuatro relatos canónicos y que uno de sus rasgos característicos es que intentan completar y enriquecer todos aquellos pasajes que se puedan considerar incompletos, oscuros o escasos de información.

En el caso de los evangelios apócrifos de la pasión y muerte de Jesús, los textos más importantes son el Evangelio de Pedro, el Evangelio de Nicodemo, el Evangelio de Bartolomé y los diferentes escritos que componen el llamado "Ciclo de Pilato", como la Carta de Pilato a Tiberio, la Declaración de José de Arimatea, y otros.

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¿Qué podemos encontrar en estos textos? Por una parte, casi todos ellos intentan presentar a Pilato como inocente en la muerte de Jesús, e incluso a su esposa como una mujer piadosa, mientras cargan el peso de la culpa sobre los judíos. Es una tendencia que se corresponde con la intención dentro del cristianismo primitivo de extenderse dentro de las fronteras del imperio romano. No se podía presentar a Jesús como un ajusticiado por sedición contra Roma, y se fuerza la impresión de que su muerte fue un "asunto entre judíos".

Jesús y los infiernos

Por otro lado, algunos de estos textos desarrollan también la imaginería cristiana primitiva sobre la bajada de Jesús triunfante a los infiernos para resucitar a los muertos, y la consiguiente derrota de Satanás mediante la resurrección de Jesús.

Ambos rasgos, la carga de culpa contra lo judíos y la bajada de Jesús a los infiernos, han hecho fortuna dentro de la tradición cristiana no sólo en el arte, sino también en el imaginario e ideario colectivo. De hecho, la inculpación de los judíos es la principal causa del espíritu antisemita que ha emanado de la Iglesia y de todo el mundo cristiano durante dos mil años y que ha tenido su cara más tenebrosa en los pogromos medievales y el Holocausto nazi.

 
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