El racismo aún resuena en el fútbol español

Desde hace más de diez años el deporte español se mancha con manifestaciones racistas en los recintos deportivos contra los jugadores negros del equipo rival.

Campo de El Madrigal, Dani Alves va a sacar un córner y le cae un plátano. El lateral del Barça se agacha, pela la fruta, se la come y saca el córner. La imagen que ha dado la vuelta al mundo desde el domingo por la noche vuelve a poner a España como un país racista ante los ojos del mundo.

Desde que ocurrió, miles de personas han mostrado su apoyo a Alves. Compañeros futbolistas, por ejemplo, han creado la etiqueta #todossomosmacacos y han compartido sus fotos comiendo un plátano como forma de apoyo. Una de las últimas personas en posicionarse a favor del jugador del Barça ha sido la presidenta de Brasil, país que acoge el Mundial en menos de dos meses. Rousseff ha elogiado la actitud de su compatriota: "Daniel Alves dio una respuesta osada y fuerte al racismo en el deporte".

Precisamente eso, el racismo en el deporte, ha sido uno de los puntos negros del deporte español en la última década. Desde hace más de diez años se viene produciendo, con más o menos frecuencia, gritos imitando el sonido de un mono contra los jugadores negros del equipo rival. Este hecho llegó a su punto máximo cuando Samuel Eto'o estuvo cerca de irse del estadio de La Romareda en febrero de 2006. El delantero africano, cansado de los continuos gritos imitando el sonido de un mono cada vez que tocaba la pelota, amenazó con dejar el campo de fútbol. Este capítulo no fue el primero que mostraba esta mala imagen del fútbol español, en 2004 España e Inglaterra jugaban un amistoso en el Bernabéu que quedará marcado por los gritos xenófobos de un grupo de la afición hacia los jugadores de negros del combinado inglés. Este partido causó un gran revuelo en Inglaterra, donde se criticó muchísimo la actitud de parte de una ciudad que opositaba a ser sede de los Juegos Olímpicos, por aquel entonces para el año 2012. No solo el fútbol ha tenido estos episodios, en el año 2008 el piloto Lewis Hamilton fue objeto de gritos racistas en el Gran Premio de Catalunya que se celebra cada año en el Montmeló. Los gritos también dieron la vuelta al mundo y España volvió a recibir críticas por estas actuaciones.

En los últimos años este problema "no ha disminuido", explica para la Cadena SER Peio Aierbe, miembro de SOS Racismo, que se trata de una realidad "preocupante". Aierbe recomienda "entrar más a fondo en la tolerancia que aún existen entre los clubs y determinados grupos de aficionados a los que se trata de forma benigna" y considera que "hay una falta de conciencia de que este tipo de manifestaciones racistas son inaceptables". Lo que sí tiene claro Aierbe por su experiencia en el campo de la xenofobia es que España no es un país racista". Esta teoría también la apoya Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, para Ibarra las personas que cometen actos racistas, ya sea dentro o fuera de los estadios, son los pequeños grupos, muchos anidados en los campos de fútbol, los que provocan la violencia". A pesar de esta realidad, Ibarra advierte de un problema que puede ocurrir en los campos de fútbol, "estos grupos, apoyándose en animar a un equipo, pueden arrastrar al resto del estadio a cometer estos actos racistas".

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Sobre la legislación existente sobre estas actuaciones, el miembro de SOS Racismo, explica que Dani Alves podría denunciar a la persona, a la que ya ha identificado el Villarreal, ya que los actos racistas en el deporte "es uno de los pocos en los que existe legislación propia para penalizar estos actos". Sobre si sería positivo que el jugador del Barcelona presentase tal denuncia, Aierbe cree que "sin duda sería positivo" porque el que personajes relevantes actúe contra ellos "marca un camino porque son referentes en la sociedad". La ley que penaliza estos actos racistas y xenófobos "no es benévola con estos comportamientos", ha explicado en 'La Ventana' de la Cadena SER Esteban Ibarra.

Escucha a Esteban Ibarra en 'La Ventana'

El problema que encuentra Ibarra es que la ley no se aplica y rompe una lanza a favor de los árbitros, al que, según Ibarra, "se le da una responsabilidad que es imposible que cumpla", y cree que el siguiente responsable en vigilar estos actos serían los responsables de seguridad de cada equipo, el problema es que estos "no quieren tener problemas con los ultras que ocasionan estos problemas". La solución que aporta el presidente del Movimiento contra la Intolerancia es que el Consejo Superior de Deportes y la Comisión estatal antiviolencia creen una figura de inspección para que la ley se aplica, "así la cosa cambiaría", asegura. El objetivo es acabar con una punto negro que mancha el deporte español desde hace más de diez años.

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