"Nos manifestamos por quienes no pueden"

Desde las 20:00 tarde, Madrid se ha teñido del color del arcoiris y, en esta ocasión, Conchita Wurst, ganadora de Eurovisión, ha sido la encargada de dar el pistoletazo de salida, acompañada también por Ruth Lorenzo.

Este año, las fiestas no han estado exentas de polémica ya que el ayuntamiento, apoyado por una ordenanza municipal, ha prohibido que se superasen los 55 decibelios durante los actos programados y, por su parte, la Delegación del Gobieno ha rechazado la posibilidad de que la manifestación del próximo sábado 5 de julio atraviese la Gran Vía de la capital. Pese a ello, la celebración ha comenzado el miércoles 2 de julio a las 20:00 horas en Chueca y, finalmente, utilizando megafonía.

Patricia es una de las personas que acude a esta cita anual porque, para ella, es importante hacerse ver y seguir reivindicando sus derechos. "Son días de recordar lo que pasó en el 69 en Nueva York cuando el colectivo LGTB plantó cara, por primera vez, a los abusos policiales. Un día para celebrar todos los avances que hemos conseguido hasta ahora y, por supuesto, un momento para seguir reivindicando los derechos que aún nos quedan tener como colectivo homosexual".

Ella decidió formar una familia con su mujer y ahora tiene dos niños. Además, pertenece a la asociación Sehaska, una agrupación de familias homoparentales nacida con el objetivo de compartir experiencias con el resto de padres homosexuales, luchar por los derechos de sus hijos y crear un entorno favorable para los niños. Desde su punto de vista, la sociedad y la legislación está, todavía, muy desfasada si lo comparamos con la realidad existente. "Te exigen estar casada para registrar a los niños en el libro de familia y llevar un documento que acredite haber sido inseminada por donante anónimo para verificar que no has robado el niño".

A día de hoy existen cerca de 80 países donde la homosexualidad está declarada como ilegal e, incluso, hay 5 países en los que hay pena de muerte para los hombres que mantienen relaciones sexuales entre sí. La realidad es que, todavía, queda mucho por hacer en materia de tolerancia, respeto e igualdad pero, poco a poco, por lo menos en países como España, vamos abriendo camino.