Grecia

Madrid

Todo empezó en Grecia, el pensamiento, la democracia, nuestra propia cultura y el concepto mismo de Europa como espacio común. Todo terminó en Grecia, la bonanza económica, el estado del bienestar, la ilusión de una Unión verdadera, equitativa, fuerte, próspera, y hasta el fantasma de eternidad de los bipartidismos. Los griegos nos deben mucho menos de lo que nosotros le debemos a Grecia. Esa sí es una deuda que nunca podremos pagar, sobre todo sí, pasado mañana, son capaces de demostrar que todo puede volver a empezar en el nido del ave fénix que renace perpetuamente de sus cenizas.

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El sur de Europa siempre ha sido pobre pero brillante, creativo, talentoso. También en política. En la segunda mitad del siglo XX, Italia era el laboratorio político europeo. Lo que sucedía allí, acababa pasando antes o después en las democracias de todo el continente. Ahora, ese fenómeno ha emigrado al este, hacia sus propios orígenes. Aunque los dirigentes de los dos grandes partidos españoles se hagan los suecos, nosotros también nos la jugamos en las elecciones griegas. Si a pesar de las zancadillas, de las amenazas, de la insoportable violencia del juego sucio ejercido desde fuera, y hasta de las vergonzosas irregularidades del censo, que han dejado fuera a los votantes de dieciocho años y a los residentes en el extranjero, Tsipras llega al poder para hacer una política diferente, celebraré su triunfo como un éxito personal. Europa es mucho más que la Unión Europea, y por eso, el domingo seré griega. El lunes, pase lo que pase, también. Ojalá pueda ser una griega contenta.