Algunas cosas de bancos y de las disculpas públicas

Cansado de chapotear en procelosos mares, el Ojo se ha hecho selectivo y a partir de hoy va a elegir alguna una frase de algún o alguna mandamás para jugar con ella ante ustedes.

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Hoy nos vamos de bancos, fíjense ustedes si picamos alto. Stuart Gulliver, pronunciado en español, como siempre hemos hecho con el viajero Gulliver de los viajes del gran Jonathan Swift, es un señor al que ni usted ni yo conocíamos hasta ayer mismo. Y no le conocíamos porque no tenemos –somos unos parias- unos cuantos millones de dólares que necesiten los cuidados amorosos de algún banco abierto de mente. “Presento mis sinceras disculpas”, escribió ayer textualmente en una carta pública este señor Gulliver, director ejecutivo del banco británico HSBC, por aquellos juegos malabares que lo mismo sirvieron para ocultar al fisco los millones de un dinámico banquero y su familia numerosa, que de algún emprendedor narcotraficante cortador de orejas humanas. Money, money, money, dijo Liza Minnelli. Está bien. Podían acompañarle en las “sinceras disculpas” sus hermanos los dirigentes de otros famosos bancos, que han recibido multas millonarias de los organismos europeos o norteamericanos en los últimos cinco años, por malas prácticas y manipulaciones diversas. Les doy algunos nombres: JP Morgan, Crédit Agricole, Deutsche Bank, Société Générale, Royal Bank of Scotland, Citigroup, Barclays… Podíamos añadirles alguno español, que nos tira la patria. Por ejemplo, los anteriores responsables de Bankia o de las Cajas de aquí y acullá.

Una vez hecho un atadito con todos ellos cual espárragos trigueros, les dejo a ustedes que elijan el destino para un largo, largo viaje…