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Guías alimentarias: origen, interpretación y necesidad

A modo de broma me gustaría empezar por la última parte del título. Anda por ahí circulando una cierta “reflexión” que sostiene que no deja de ser curioso observar como siendo el Hombre el “animal” más desarrollado de la evolución, resulta que a la vez es al único que hay que decirle cómo comer…

Bromas aparte, en honor a la verdad y para salvar tan aparentemente lógica observación, digamos que el Hombre es el único que así lo hace porque solo él es capaz de preocuparse por el qué comer con miras a una mejor y futura salud.

La necesidad

Así, con esta perspectiva y desde un punto de vista más academicista se puede decir que las guías alimentarias son aquel instrumento educativo que las administraciones sanitarias ponen a disposición de la población general para adaptar de forma fácilmente comprensible los conocimientos científicos acerca de los requerimientos nutricionales y composición de los alimentos. Con ellas se pretende acercar de manera práctica aquellos mensajes que faciliten a las personas a las que van dirigidas una mejor selección de alimentos con el fin de propiciar un consumo adecuado a sus circunstancias generales. A fin de cuentas, se trata de hacer llegar sencillas recomendaciones a través de mensajes breves, claros, concretos, culturalmente aceptables y fundamentados al respecto de su alimentación habitual. Estos mensajes están dirigidos a la población general sana, y tienen como principal objetivo el promover la salud y reducir el riesgo de enfermedades para las que la nutrición es un elemento preventivo, curativo o paliativo.

Las guías alimentarias están adaptadas a cada entorno particular, por lo general cada país, en relación con su cultura y diferentes costumbres, y por lo tanto con sus distintos alimentos. A día de hoy, se trata de instrumentos ampliamente utilizados y por lo general se hacen acompañar como eje de las mismas de una imagen o icono que representa, a través de los grupos de alimentos, dos elementos imprescindibles en una alimentación saludable: la adecuada variedad y la proporcionalidad, en forma de dos conceptos típicos: la frecuencia y la cantidad de consumo.

El origen

En cuanto al origen, digamos que, sin remontarnos en el tiempo más allá de lo necesario, las primeras guías dietéticas en condiciones se publicaron en los Estados Unidos (para variar) allá por la década de los años 70 del pasado siglo XX. A partir de ellas otros países fueron realizando las suyas y, todo hay que decirlo, bastante a rebufo de aquellas estadounidenses. Es decir, de alguna forma las directrices generales de las guías de EEUU han marcado en buena medida la pauta en los países occidentalizados.

Uno de los principales hitos en cuanto a guías se refiere, lo encontramos en el año 1991 cuando apareció la primera pirámide de la alimentación saludable en EEUU. Con ella como modelo surgió, por ejemplo en España también la primera pirámide con escasas diferencias con respecto a ella de la mano de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria. Sin embargo, y a diferencia de lo que sucede en EEUU en donde se ha propuesto un ritmo de revisión de las guías cada 5 años aproximadamente, en España dichas revisiones han acontecido sin una frecuencia concreta, propiciando que, por ejemplo en 2004 se actualizó la guía que se había previamente revisado en 2002 y que a día de hoy aun sigamos con la de 2004 vigente.

Además, las modificaciones que se han realizado desde la primera pirámide SENC de 1995 han sido de escaso calado, a diferencia de lo acontecido en otros países que han tratado de actualizar sus guías en virtud de una mayor y mejor evidencia. Así, a día de hoy, en 2015, nos encontramos con que la SENC va a volver a revisar aquella pirámide de 2004 (ya era hora) pero por lo que se ha conocido de sus “novedades”… la verdad es que hay muy poco, por no decir nada, de novedoso en lo que se refiere a las cuestiones estrictamente dietéticas. De este modo la previsible nueva pirámide SENC 2015 parece que se va a centrar más en rodear a este icono con mensajes que si bien pueden llegar a ser interesantes, no son estrictamente nutricionales. Me refiero por ejemplo a hacer destacar la importancia del “equilibrio emocional”, el del valor del “balance energético”, “la sostenibilidad” y la práctica de “tecnologías culinarias saludables”. Según parece, en este último aspecto se va a hacer referencia más a la posible interacción entre los distintos materiales de cocina y los alimentos que a la conveniencia de hacer más o menos fritos, rebozados o cocciones en agua. Como ves un tema que en mi opinión es de escasa importancia en materia salud pública.

Así, a diferencia de otros países, en los que sin lugar a dudas se observa un especial interés por actualizar tanto el mensaje como la herramienta (con nuevas figuras en vez de la pirámide como podría ser el ejemplo de “el plato de la alimentación saludable” y otros) en España todo apunta a que vamos a seguir, lamentablemente, estancados en un mensaje muy parecido, por no decir idéntico, al de los años 90.

Asociaciones preocupantes

Además de todo lo antedicho, una de las cosas que más nos puede llamar la atención con respecto a la confección de las guías alimentarias es que, por ejemplo tal y como se recoge en el “Libro Blanco de la Nutrición en España” cuando se aborda este tema se dice textualmente que en referencia a las guías de EEUU: “No debemos olvidar que las guías dietéticas, son instrumentos políticos, cuyo fin frecuentemente no es solamente promover la salud de los consumidores, sino las ventas de ciertas industrias. La industria de la carne y los lácteos son dos de las industrias más poderosas de Estados Unidos

Con sinceridad, me gustaría saber cuánto de diferente tienen este sentido las guías de alimentación saludable en España. Lo digo porque, y conste que solo puedo hablar en términos de opiniones (en base a un ojo entrenado), aquí también cuecen bastantes habas… si es la de las industrias cárnica y lechera, o si es la de las bebidas alcohólicas, la de los cereales, la de los refrescos, o la que sea, es ya otro cantar… pero nadie me puede quitar la sensación que me queda de ver por un lado el habitual inmovilismo de los mensajes dietéticos en las versiones hasta ahora conocidas, así como contrastar la inclusión de algunos alimentos y mensajes cuando menos… “curiosos” en una guía de alimentación saludable.

Aunque hasta la fecha nada apunta a ello, esperemos que, con sinceridad, los responsables de la SENC terminen este año por aportarnos una herramienta verdaderamente útil, en vez de la misma de siempre con una gruesa, pesada e innecesaria capa de maquillaje.

Cuenta de Twitter: Juan Revenga (@juan_revenga)

 
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