¿Qué pinta un buzo en una catedral?
Conocemos una historia extravagante en torno a una catedral extraordinaria: la catedral de Winchester, una de las más grandes de Inglaterra y que un mañoso buzo logró salvar.
Si juntamos a un obispo ambicioso, a un rey normando cabreado y a un buzo mañoso... nos va a salir para el 'Pretérito Imperfecto' de hoy una historia extravagante en torno a una catedral extraordinaria: la catedral de Winchester, una de las más grandes de Inglaterra. La peripecia de esta catedral arranca con su inauguración, el 8 de abril del año 1093. Ochocientos años después, todavía estaba en obras.
Ocho siglos de obras por culpa de un obispo que quiso hacer una catedral muy grande, muy mona y a toda leche porque quería inaugurarla antes de morirse para poder enterrarse en ella. Respecto a qué pinta un buzo en una catedral, lo contamos al final. El principio de esta historia está en la cabezonería de un obispo llamado Walkelin, que habitó allá por los finales del siglo XI en lo que hoy es la ciudad de Winchester. En los dominios de este obispo había una iglesia muy cutre. Y dijo él: "esto no es digno de mí. Cuando me muera yo no me entierro en esta birria de templo. Necesito algo más grande". El obispo Walkelin consiguió permiso del rey para extraer la piedra de una isla cercana y la madera de un bosque que había al lado. Piedra podía coger la que necesitara, pero ojo con el bosque. El rey solo le dio permiso al obispo para coger la madera que pudiera cortar en cuatro días con sus cuatro noches. ¿Qué hizo el canalla del obispo? Contratar a cientos de trabajadores que en esos 4 días y cuatro noches talaron el bosque entero. A la porra el bosque.
