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Economia y negocios

El mejor gazpacho, 50% de rebaja…¡Mentira!

ISTOCK

Madrid

Una cosa es la publicidad, otra el marketing y otra las mentiras. Me encanta la publicidad y el marketing bueno, de calidad, sin trampas, con las dosis justas de intencionalidad, juego, insinuación, de cierta picaresca y alguna que otra mentirijilla para atraernos a los consumidores. Pero de ahí en adelante, no se puede jugar con el cliente.

No se puede jugar permanentemente y con toda ligereza con la palabra “el mejor”, “lo mejor” cuando ni mucho menos está demostrado: el mejor ordenador, el mejor gazpacho, la mejor hamburguesa, la mejor bombilla, la impresora más eficiente…

No se pueden anunciar rebajas del 50% a bombo y platillo escondiendo el “hasta” y hacerlo casi invisible al ojo humano cuando en realidad a mitad de precio tan solo hay algunos productos y los otros descuentos están muy alejados de esas cifras.

No se pueden permitir rebajas y descuentos especiales, importantes, en productos que no es que tengan esos descuentos destacados, sino que son fruto de “fabricaciones especiales” – prohibidas- en los que han puesto el precio inicial que quieren, la rebaja que les interesa y lo ponen como gancho para atraer a la clientela con supuestos “chollo” falsos.

No podemos estar permanentemente con la tomadura de pelo del “rabo de toro”, que en la mayoría de los casos no deja de ser de vaca; o los tomates supuestamente raf que no lo son; o las cerezas del Jerte que no lo son; o los melones de Villaconejos que no lo son; o los melocotones de Calanda que no lo son, como denunciábamos hace unas semanas en Ser Consumidor.

No se puede estar jugando con las cifras de consumo de lo coches, o los electrodomésticos cuando, muchas veces, una investigación rigurosa ridiculizaría esas aseveraciones.

No se debería tolerar que muchas de las certificaciones de eficiencia energética de las viviendas tengan menos fiabilidad de calidad que una copia de un CD que te venden los chinos en la calle…

Ni publicidades engañosas de telefonía, o gas, o luz, o seguros, o de bancos que ofrecen intereses en depósitos que parecen magníficos hasta que te pones a leer la letra pequeña

No deberían tolerar que las fotografías de algunos platos, o de algunos desayunos de cafeterías y restaurantes fueran totalmente diferentes a la realidad de lo que luego te ponen en el plato…

Hemos dejado atrás, es verdad, los engaños burdos de muchas publicidades y campañas, pero ahí sigue cierta picaresca. Más sofisticada, eso sí.

Juegan con las palabras, con los términos, con los porcentajes, con la terminología, con la tipografía, con frases ingeniosas, con los dibujos, las fotografías y un sinfín de recursos para meternos por los ojos, la nariz o los oídos lo que quieren. Más de uno sigue apostando por “mentiras arriesgadas” que no dejan de ser una tomadura de pelo para los consumidores y que va contra los que hacen su publicidad y su marketing con rigor y grandes dosis de seriedad y respeto.

Quizá deberíamos empezar a perder el pudor y comenzar a denunciarlas. Estos abusos son uno más de los que las autoridades de consumo pasan por alto… Debe ser porque creen que no son perjudiciales para nuestra salud. Se olvidan que sí son malos. Y hasta para nuestro bolsillo...

 
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