Avergonzarse por algo

Madrid

Las organizaciones humanitarias y la propia ONU lo anunciaron hace muchos meses: el verano iba a ser escenario de un flujo masivo de refugiados y migrantes que intentarían llegar a Europa. Se advirtió de una y mil maneras. Todos los responsables políticos europeos, los españoles incluidos, sabían que estaba a punto de producirse una catástrofe humanitaria, pero nadie hizo nada.

Ante el imponente número de personas que se ahogaban (y se ahogan) en el trayecto, el gobierno italiano, al menos, se movilizó para que sus barcos trataran de impedir los naufragios y, al igual que el denostado gobierno griego, fue acogiendo decenas de miles de personas que cruzaban la frontera turca o se lanzaban al mar desde las costas libias. Eso fue todo.

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Ahora, esos miles de personas intentan llegar a otros países europeos y los políticos dicen estar asombrados y desbordados. Pero ni un responsable político español se levantó en 2015 en el Parlamento para preguntar al gobierno qué pensaba hacer para acoger a los miles de refugiados sirios que estaban ya reclamando su derecho al asilo en Europa.

Los ciudadanos intentan ahora suplir la inhumanidad de sus dirigentes. Cientos firman llamamientos para pedir que se admita a un mayor número de refugiados, decenas ofrecen sus casas para alojarlos temporalmente. Millones de sienten profundamente avergonzados. Los ciudadanos se sienten avergonzados, pero sus dirigentes no. En absoluto. La vergüenza es algo totalmente desconocido para ellos. Quizás haya que preguntarles en las próximas campañas electorales: ¿es usted capaz de avergonzarse por algo?