Se lo han ganado: ¿por qué Sáenz de Santamaría y no Rajoy?
José María Izquierdo fija su ojo en el debate entre los tres candidatos de PSOE, Ciudadanos y Podemos, y la vicepresidenta del Gobierno
Madrid
Quizá deberíamos estar hablando de Venezuela, pero cómo sustraerse al debate de anoche. Lo primero, claro, superar la constante sensación de perplejidad que ofrecía la presencia de Soraya Sáenz de Santamaría en tal evento.
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¿Por qué estaba allí, y, sobre todo, por qué no estaba Mariano Rajoy? Sánchez, Iglesias y Rivera son, como es obvio, los candidatos a presidentes del próximo Gobierno. Y a ese papel se atuvieron los tres, quizá el socialista más metido en su papel. ¿Pero Soraya, qué hacía allí? Pues nada, defender al ausente. ¿Y cómo es posible, se preguntarán ustedes, que el jefe de filas mande a su segunda para apechugar con Bárcenas, Gürteles, Ratos, Valencias, Granados, etcétera, etcétera?
Cierto que la alumna es aventajada, y tiene el mismo descaro que su superior para aguantar los chaparrones, al tiempo que mete de matute cifras y datos más falsos que un euro de madera. Lo hizo con la corrupción, por supuesto, pero también con el empleo o las pensiones.
Hubo, además, un detalle muy expresivo del problema que ha tenido Rajoy –sí, el ausente- con Cataluña. Dijo Sáenz de Santamaría que había que hablar, sobre todo, con los no independentistas. Pues no. Con quien hay que hablar es precisamente, con los independentistas. A eso se le llama hacer política. Que es lo que le cuesta a Rajoy.
Casi tanto como acudir a los debates.
