Crispación inevitable

Madrid

El cara a cara tradicional fue menos tradicional de lo esperado. Primero, porque el candidato socialista, Pedro Sánchez, sacó de quicio a Mariano Rajoy al entrar a fondo en el tema de la financiación ilegal del Partido Popular y la corrupción y exigirle una rendición de cuentas personal, algo que el candidato popular claramente no se esperaba. Y segundo, porque Rajoy pareció debatir continuamente con 2011 y no fue capaz de llevar la iniciativa en ningún momento, algo muy poco frecuente en el caso de un cara a cara de un presidente en ejercicio contra un aspirante. El candidato popular estuvo prácticamente todo el debate a la defensiva.

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El encuentro tuvo momentos de gran crispación con un moderador, Manuel Campo Vidal, que parecía sufrir ausencias y que renunció desde el primer momento a reconducir los enfrentamientos. La crispación no suele ser la mejor condición para un debate político televisado, pero en este caso pretender hablar de la corrupción política con guante blanco era una tarea prácticamente imposible. Sánchez necesitaba marcar claramente este campo y lo consiguió atacando directamente la credibilidad de Mariano Rajoy y negándole lo que Rajoy más reivindica para sí mismo: ser un político confiable. Sin duda fue una escena dolorosa, pero inevitable. En algún momento, alguien tenía que decirle todo eso al presidente del Gobierno y del Partido Popular.

¿Servirá este cara a cara a Pedro Sánchez? Sin duda, ante su electorado el candidato socialista recuperó fuerza y protagonismo. Dio ánimo a sus votantes. Pero en estas elecciones, los cara a cara no pueden ser decisivos porque hay cuatro caras. Y faltaban dos.