El derecho de las mujeres a sentarse en el trabajo por ser el sexo débil
La Ley de la Silla parecía un avance en pro de los derechos de la mujer trabajadora pero en realidad fue una ley que hacía hincapié en su debilidad.
Madrid
El 27 de febrero de 1912, el gobierno de José Canalejas aprobó la Ley de la Silla, la primera legislación laboral española basada en el derecho a poder trabajar sentado. Aparentemente, la idea era buena... pero esa ley tenía trampa, porque solo se aplicaba a las mujeres. Lo que ahora llamamos una discriminación positiva.
El derecho de las mujeres a sentarse en el trabajo por ser el sexo débil
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Tenía trampa, era paternalista y era una ley interesada... y encima tenía un nombre un poco tonto. Ley de la Silla. Se llamó así porque la protagonista era una silla. Esta es una historia muy conocida para los expertos en derecho laboral, pero la ley de la silla nos va a servir hoy para comprobar un par de cosas. Primero, que lo que parecía un avance en pro de los derechos de la mujer trabajadora, en realidad fue una ley que hacía hincapié en su debilidad, y segundo, que por lo que respecta a este asunto de sentarse en el trabajo, estamos peor que hace cien años. La Ley de la silla de 1912 obligaba al empresario a facilitar en todos los establecimientos no fabriles, que no fueran fábricas, un asiento exclusivo destinado a cada empleada en el local "donde desempeñe su ocupación y con exclusión de los que pueda haber a disposición del público. Toda empleada podrá utilizar su asiento mientras no lo impida su ocupación y aún durante ésta cuando se lo permita".