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MELLIZOS Y GEMELOS

De dos en dos: parecidos pero no iguales

Mellizos o gemelos, ¿mejor juntos o separados? El número de partos múltiples en España ha aumentado en los últimos años de forma considerable. Según los datos del INE, entre los años 1996 y 2009, el número de nacimientos de gemelos y mellizos pasó de 4.433 a casi 10.000

España es el tercer país del mundo en nacimientos de mellizos y gemelos / EFE

Se considera parto múltiple a partir del segundo bebé nacido con vida. España es el tercer país del mundo en número de nacimiento de gemelos. En los últimos años han aumentado los tratamientos de reproducción asistida y, se observa que, a partir de los 35 años se tienen más posibilidades de terner dos de forma espontánea. Estos datos nos sirven para introducir una cuestión: mellizos o gemelos, ¿mejor juntos o separados?, ¿juguetes iguales o no?, ¿estudiar en la misma clase o no? ¿Cómo es la relación entre ellos? ¿Lo que vivan de pequeños les marcará de mayores?

MELLIZOS Y GEMELOS, ¿MEJOR JUNTOS O SEPARADOS?

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“Para mí ser gemelo es no sentirte solo ni en la distancia”. Él es José Ángel, tiene 22 años y estudia Psicología en Alcorcón, Madrid. “Para mí es como vivir dos vidas de forma paralela. Tu mundo se amplia”. Quien dice esto es Javier. La otra mitad del dúo. Tiene la misma edad que su hermano, obvio, aunque es 25 minutos mayor. Aparece la primera diferencia: Javier estudia Ciencias Clásicas, nada que ver con lo que hace su hermano. Físicamente se parecen, pero no son idénticos. Si pasas tiempo con ellos, rápido les distingues. Uno habla más que el otro. José Ángel habla más que Javier, es más extrovertido. “La gente solía compararnos. Nos empaquetaban. La familia menos directa daba por hecho que hacíamos todo juntos, sin pensar en que somos personas diferentes”, dice José Ángel.

Conversamos durante más de una hora. Se encuentran cómodos hablando del tema. “En el colegio nos separaron al principio. Después nos volvieron a juntar en el mismo aula. Mientras estuvimos separados nos buscábamos en el recreo, aunque después cada uno teníamos nuestro grupo de amigos. Y nunca nos importó”, afirma Javier. Confiesan que de pequeños no les importaba que les comparasen, pero esto se convierte en un inconveniente cuando llega la adolescencia y la etapa en la que reivindicar una identidad propia. José Ángel nos explica que no han pasado por una época en la que no quisieran estar juntos, “pero sí en la que intentábamos diferenciarnos lo máximo posible uno del otro”. “Mi hermano empezó a vestir un poco más oscuro, como para definirse”, dice Javier. “Dicen que dormidos adquirimos la misma postura y, lo más curioso, es que podemos estar en un sitio en silencio con más gente y empezar a hablar a la vez”, cuenta Javier. Y es que son genéticamente iguales, y en algo se tiene que notar. Les gusta decir que tienen un gemelo, porque reconocen que les hace gracia la reacción de la gente cuando se enteran. No se ven como hermanos gemelos, si no como hermanos con esa particularidad. Comparten desde pequeños, primero juguetes; después confidencias, aunque se reservan cosas como parte de su intimidad.

Tienen anécdotas, como todos los gemelos. La de las fotos de carnet es divertida. “Fuimos a renovar el DNI. Javier fue primero a hacerse fotos a una tienda. A las dos horas fui yo. El dueño, contrariado, me preguntó que hacía otra vez allí. Tuve que explicarle que tengo un hermano gemelo”, cuenta entre risas José Ángel. “Nunca nos hemos intercambiado en un examen”, dice Javier. Son chicos responsables. Reconocen que a veces les saluda gente que no conocen, quizás sea alguien conocido del hermano. Comparten gustos y aficiones. No les supone esfuerzo saber qué piensa en cada momento su hermano. “Nos miramos y sabemos la razón por la que lo hacemos. Solemos pensar lo mismo ante un determinado estímulo”. Son gemelos: parecidos, pero no iguales.

Información sobre las ayudas por parto múltiple. Más información en la página de la Seguridad Social

Información sobre las ayudas por parto múltiple. Más información en la página de la Seguridad Social

María José es la madre de Víctor y Adrián. Son mellizos, tienen tres años y este curso han empezado el colegio. Se levantan a las ocho menos cuarto de la mañana “a partir de esta hora vamos a la carrera”, dice su madre entre risas. Y es que la vida con mellizos y gemelos es así, estresante, al menos mientras son pequeños. En su casa se respira tranquilidad, se escucha el silencio. Víctor y Adrián se han ido con su padre a ver a los abuelos. Le preguntamos a María José si van juntos a la misma clase, “no, están en aulas diferentes. Es algo positivo porque cada uno tiene un profesor y un grupo de amigos. Si hay algún problema lo deben resolver solos, sin apoyarse en el otro. Cuando salen al recreo se buscan y en casa no pueden estar el uno sin el otro, aunque sea peleando”, confiesa.

Víctor y Adrián son aún muy pequeños, pero ya apuntan maneras. Hay uno de los dos que es más dominante, que suele llevar la voz cantante “yo todavía no veo demasiadas ventajas por haberlos tenido a la vez”, dice en broma María José. Cuenta que al principio lo pasó muy mal “un bebé es un mundo. Imagina dos. Muy duro”. Pensativa, afirma que le encanta ver a sus hijos jugar juntos y manteniendo conversaciones con esa lengua de ‘trapo’ propia de la edad. Ahí hemos encontrado una ventaja. Son dos, de la misma edad, en la misma etapa de desarrollo que se buscan para entretenerse, para reír y llorar, porque las peleas también forman parte del aprendizaje. Y aprender a resolver conflictos es fundamental para su vida futura.

Con frecuencia la familia más cerca a los hermanos mellizos o gemelos suele referirse a ellos como mellis o gemelos. Es el primer error que hay que evitar. Siempre hay que dirigirse a ellos por su nombre porque de esa manera se empieza a afianzar su condición de individuos. "Creo que lo más importante es fomentar su individualidad, para que ellos no sientan como una losa el haber nacido a la vez que su hermano. Así también se evita fomentar entre ellos la competitividad", afirma Carmen Peleato, psicóloga de la Asociación Madrileña de Partos Múltiples (AMAPAMU).

La relación que puedan tener de pequeños les va a marcar para cuando alcancen su edad adulta. "Nunca hay que empaquetarles como si fueran la misma persona. Al revés. Cada uno debe tener su espacio en nuestra cabeza y vivir con ellos, de forma individual, cuantas más experiencias mejor. Les beneficiará en un futuro y les hará ganar confianza y seguridad en sí mismos", nos cuenta Carmen. El trabajo en la relación entre los hermanos hay que comenzarlo desde que son bebés. En muchas ocasiones asociamos gemelos o mellizos con vestir igual, juguetes iguales, ir juntos a todos los sitios, etc. La realidad es otra. "se les puede poner la misma ropa, cuando son pequeños, de forma esporádica nunca por norma. La razón es muy sencilla, son personas independientes y no tienen porqué vestir de la misma manera", dice Carmen. En lo que respecta a los juguetes "antes de compartir deben aprender lo que es el sentido de la propiedad y sentir que algo es suyo y no tienen porqué compartirlo. Sólo así sabrán lo que significa dejar que su hermano juegue con algo que no es suyo".

Los colegios públicos no dejan que los hermanos mellizos o gemelos vayan a la misma clase. No importa tanto en infantil, pero cuando llegan a primaria sí es conveniente que cada uno acuda a un aula diferente. "Es fundamental que tengan sus propios profesores, sus propios amigos y que cuando salgan al recreo busquen a su otra mitad", dice Carmen. Los colegios privados o concertados son más flexibles y permiten que, al menos hasta los seis años, estén el mismo aula. "Si vemos que uno de los dos hermanos es más dominante y arrastra al otro, recomendamos que se les separe, precisamente para fomentar su autonomía e independencia", nos cuenta Belén, orientadora del colegio La Salle Sagrado Corazón de Madrid. Es importante que tengan su propio espacio sin tener que estar pendiente el uno de otro. Es interesante observar el compartamiento de cada uno cuando no están juntos y se encuentran dentro de un grupo de niños.

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