De presuntos corruptos y presuntos asesinos

Madrid

Podíamos empezar por solidarizarnos con los ciudadanos de Valencia, que han pasado de tener nueve presuntos concejales corruptos del PP a tener a nueve presuntos concejales corruptos, pero independientes, gracias a las triquiñuelas legales que se han inventado en Génova, 13, erudita sede donde se sabe más que en ningún otro sitio de corruptelas y dinero negro. Una vergüenza.

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Tampoco vamos a optar por la comparecencia de Rajoy, arrastrado hasta el Congreso para rendir cuentas, un ejercicio mínimo de democracia al que se ha resistido el presidente en funciones como gato panza arriba. O quizá deberíamos tratar sobre el aplazamiento del congreso del PSOE, pero dejaremos que Pedro Sánchez se lo cuente a Pepa Bueno en unos minutos con todo detalle. Mejor abandonamos hoy la política interna para irnos hasta Bélgica, estupefacto este vetusto Ojo ante el deplorable espectáculo de la detención del joven Fayçal Cheffou, radiada, televisada y publicitada con todo tipo de alharacas al mundo entero, y su liberación posterior, sin cargo alguno, a la vista de que no hay pruebas contra él. ¿Entonces? ¿Cómo es posible que la cara de este ciudadano haya paseado por todas las pantallas de televisión y portadas de periódicos como si fuera un sangriento criminal, si nada había para endosarle ni más ni menos que 35 muertes?

¿Qué inútil pero qué canalla ha sido el culpable de tal infamia?