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Cuantas más expectativas se creen, más difícil será explicar después cómo es posible que por activa o por pasiva se impida que haya un gobierno en España

Madrid
Es muy difícil saber si lo que vimos ayer tras el encuentro en Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es el anticipo de un acuerdo o la escenificación del “yo no quiero quedar como culpable de que haya que repetir elecciones”. Fue evidente el cambio de tono de Iglesias, pasando de poli malo a poli bueno casi sin transición, y su nueva disposición para negociar. Y sin embargo, nada ocurrió ayer que permita afirmar que finalmente habrá acuerdo.

Pepa Bueno

Pepa Bueno
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Sánchez sigue apostando por la transversalidad, por un gobierno con lo que llama “las fuerzas del cambio”, PSOE Podemos y C’s, que suman 199 diputados.
Pero Podemos no quiere un gobierno con Ciudadanos, y Ciudadanos no quiere un gobierno con Podemos. Los de Iglesias prefieren el entendimiento con la convergencia de la ruptura, los recortes y las sedes embargadas, y los de Albert Rivera prefieren buscar el acuerdo con el PP, con este PP que pisa cada día una mina de corrupción y del que hoy se va a certificar que el año pasado incumplió el déficit y que lo sabía. Así seguimos.
A última hora de la noche trascendieron unas notas manuscritas que Iglesias habría llevado a la reunión y que captaron las cámaras de Cuatro en las que el líder de Podemos afirmaba haber trasladado a Sánchez cuatro cesiones de calado en su programa: reducir el déficit a un ritmo mayor del planteado hasta ahora por Podemos, una reforma fiscal menos redistributiva, bajar el gasto público un tercio (de 90 mil a 60 mil millones) y derogar la reforma laboral de Rajoy, pero dejar en vigor la de Zapatero.
De momento, la única novedad real es que todos están dispuestos a hablar a tres bandas. Tienen cuatro semanas. Pero si todo es una representación, si es solo teatro para no cargar con la culpa de la ruptura, cuidado, porque a veces uno queda atrapado en la trama. Cuanto más tiempo pase, más se hable, se descienda a lo concreto, se negocie y se creen exceptivas, más difícil será explicar después cómo es posible que por activa o por pasiva se impida que haya un gobierno en España que acabe con la interinidad y el espectáculo que este PP sigue empeñado en dar de sí mismo. Sin ir más lejos, Dolores de Cospedal ofreció ayer el milagro que no han conseguido en cuatro años: “Si el señor Sánchez quisiera, con un acuerdo entre el PP y el PSOE, y si quiere también con Ciudadanos, España tendría un gobierno con futuro, con posibilidades para el crecimiento, para garantizar la sociedad de bienestar y para la creación de empleo en 24 horas”.
Del déficit y la desigualdad, ya tal. Aunque al paso que vamos, quizás si se repiten elecciones tengan ocasión de demostrarlo.




