¿Investigación o pesca encubierta?

Madrid

Durante el próximo mes y medio, hasta finales de mayo, una flota japonesa formada por cuatro barcos, llevará a cabo la temporada de pesca de primavera con el objetivo de capturar un máximo de 51 ballenas de la especie 'minke' (rorcual aliblanco) en el Pacífico norte. El programa nipón pretende oficialmente, y como cada año, efectuar un estudio científico del contenido del estómago de los cetáceos pescados, así como investigar otros aspectos relacionados con ellos.

La caza comercial de ballenas fue prohibida en 1982 para los países que formaban parte de la Comisión Ballenera Internacional debido, entre otras cosas, al lamentable estado en el que se encontraban las esquilmadas poblaciones de estos cetáceos. Cuatro años más tarde entró en vigor. Sin embargo, varios países la incumplen y siguen cazándolas. Es el caso de Islandia, Noruega o Japón. Este último utiliza un resquicio legal que permite la pesca de ballenas siempre que tenga como fin la "investigación científica". No obstante, organizaciones ecologistas, como Greenpeace, denuncian que "esa 'caza científica' es una farsa, ya que la carne de ballena se empaqueta y se vende en el mercado".

Japón, además, efectúa otra campaña de pesca, la de invierno, en la Antártida. Esas campañas, las del Antártico, fueron prohibidas en 2014 por el Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas, con sede en La Haya, al no considerar acreditado el supuesto interés científico de las mismas. Sin embargo, entre diciembre de 2015 y el pasado mes de febrero, la flota japonesa ha cazado más de 300 ballenas en el océano Antártico, ignorando el dictamen del tribunal de la ONU. Previamente, en octubre de 2015, Japón había enviado una carta a Naciones Unidas asegurando que no reconocía su jurisdicción internacional en relación con el uso de los recursos marinos.