David Simon: “Da igual quién gobierne, el sistema está comprado y corrompido”
Sus series son una bofetada. Realidad y ficción convergen en un estilo propio para retratar la fractura social y moral de la sociedad contemporánea. El creador más influyente nunca se calla
Barcelona
Come pimientos de padrón mientras no despega la mirada de su ordenador. Casi no parpadea. Concentrado, solo teclea y levanta la vista cuando el camarero de un bar de Barcelona le pregunta si desea algo más. Apura su café y se levanta para seguir con el carrusel de entrevistas a los distintos medios que han acudido a Barcelona para escuchar el padrenuestro de su televisión. David Simon (Washington, 1960) no cree en el entretenimiento ni en las audiencias. Sus producciones no respetan los cánones de la narración serializada. Él va por libre. “No estoy muy interesado en la estructura ni en la forma, no creo que haya una buena manera de hacer televisión ni que yo la tenga, me interesan más las ideas de la serie y las discusiones que genera”.
SERIES | Entrevista a David Simon: 'En 'The Wire' ya puedes ver esa cultura del beneficio que perjudica a los pobres'
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Le gusta confrontar argumentos y utiliza ficciones llenas de realidad para dialogar sobre la situación actual. Quiere interpelar al público, provocar. Dice que lo suyo es una ira honesta. Durante los días que ha sido la estrella invitada al Festival Internacional Serielizados, no se ha mordido la lengua. “Donald Trump es un auténtico idiota. Si gana las elecciones, pido el asilo”. Hace ocho años, mientras Hillary Clinton decía que su serie favorita era ‘Anatomía de Grey’, Barack Obama apostó por ‘The Wire’, la joya de Simon.
Sus series muestran la desconfianza en las instituciones y la desilusión ante las promesas incumplidas de los políticos… ¿Le ha decepcionado Obama? ¿Qué espera de Hillary Clinton y Bernie Sanders?
Obama no me ha decepcionado. Él no es el problema. La presidencia es lo que es, eso no ha cambiado, pero Obama no es de extrema izquierda. Esto es una república de centro y se mueve despacio del centro derecha al centro izquierda, con moderación y sin alejarse porque hay que gobernar con consensos. Yo soy de izquierdas pero no represento a la mayoría en mi país. Tenemos un presidente, que es muy importante, pero los legisladores tienen mucho poder y el dinero ha comprado al congreso. Obama ha roto esta barrera con la reforma sanitaria de una manera que ni Clinton pudo. Ha hecho cosas extraordinarias, por ejemplo con Cuba, pero hay otras cosas que no puede hacer. Esto viene de una ley que decide qué políticos pueden llegar ahí y de cómo se pueden comprar legisladores. De la manera en la que se decide el mapa de los políticos que van al congreso, da igual quien gobierne, puedes elegir a Sanders, Clinton o a quien quieras, pueden debatir, puedan hacer cosas, pero el sistema se ha convertido en dinero y Obama no ha podido con ello. El sistema no funcionará hasta que no termine esto.
Esta impotencia que manifiesta hacia un sistema corrompido también planea llevarla a la pequeña pantalla. “EEUU está muy asqueada con el Congreso. Solo el 7% de la ciudadanía aprueba su gestión, Obama tiene mejores valoraciones, un 53%… y la verdad están en lo cierto”. Trabaja en un proyecto, titulado ‘Capitol Hill’, con un periodista que conoce a la perfección las cloacas del poder, Carl Bernstein, el reportero que destapó el Watergate. HBO, la cadena para la que trabaja desde hace más de 15 años porque no tiene cortes publicitarios, ya ha dado luz verde al piloto de este drama político.
Soy muy de izquierdas, pero no represento a la mayoría de mi país
Esta obsesión por documentar la realidad –aunque defienda la ficción la "brutaliza"- siempre le ha llevado a rodearse de quien la conoce de primera mano. “Cuánto más específico, más universal”, admite en el prólogo de uno de los libros dedicados a ‘The Wire’. Junto a Ed Burns, que trabajó durante 20 años en el departamento de Policía de Baltimore, recorrió las calles y esquinas de la ciudad para crear su gran obra, elevada a estudio antropológico de la sociedad contemporánea. En ella, con un carácter premonitorio, retrató muchos de los problemas actuales. La exclusión social, la ruptura y extinción del concepto de comunidad, la corrupción moral,… La América que el mito americano había dejado atrás.
'The Wire' ha tenido más éxito años después de su emisión, ¿tiene que ver con el estallido de la crisis?
Empezamos a trabajar en la serie sobre algunos escándalos reales. No anticipamos la burbuja financiera, ni la crisis de las hipotecas, ni el abuso de los bancos, ni la especulación. Pero puedes ver esa cultura del beneficio que perjudica a los pobres, esa avaricia de las empresas y un gobierno con las manos atadas que no regula, que funciona como el salvaje oeste. Nosotros escribimos sobre la idea de cómo las instituciones estaban perdiendo ese poder. No vimos todo lo que había, no vimos lo profundo que era, la magnitud de lo que iba a pasar en 2008, pero sí vimos la tendencia a ir hacia a esa situación.
Esta inequívoca conexión con la realidad que atesora de su etapa de reportero en ‘The Baltimore Sun’ le delata. Huye de la figura del héroe porque sería faltar a la verdad. No han vencido al sistema. Su tono seco pero amable, casi didáctico, cambia cuando habla de sus personajes. Agita los brazos y se sube un calcetín que no ha llegado a caer. La mayoría están basados en adolescentes de la calle, a los que ha visto crecer y perderse. “Por ejemplo en ‘The Corner’, De Andre (un joven traficante) termina cayendo en la heroína y arrestado por la policía. Esto es verdad. Después, luchó contra su adicción, buscó un trabajo, se recuperó, estuvo mejor, se estabilizó, pero luego siempre eran pasos hacia atrás, volvió a caer y finalmente murió de sobredosis. Hubo un momento cuando él estaba bien al principio, que vino, me dijo que odiaba el libro y me preguntó si cambiaría el final. Si quieres que lo cambie, estudia, encuentra un trabajo, mantenlo por un par de años, cuida a tu hijo y nadie estará más contento que yo de escribir esa historia. Ese fue el trato. Me dijo esto y al tiempo volvió a recaer. No puedo arreglar la realidad, no puedo cambiar la vida de los niños a los que seguimos, seis o siete, con alrededor de 15 años. Algunos que estuvieron en prisión, ahora están trabajando y ganando dinero, pero el resto son adictos o están muertos”, expresa con desánimo.
De la misma manera que no se convierte en juez de sus historias, aborrece los enfoques simplistas entre el bien y el mal. “La moralidad es aburrida para mí. No se trata de mostrar qué cosas buenas o malas están haciendo, estoy más interesado en cómo el poder y el dinero se mueven en el mundo real. No me gusta si son buenas o malas personas, sino cómo acaban y cuáles son sus ambiciones”, expone tranquilo el autor que desafía el status quo de un Hollywood sin escala de grises.
La moralidad es aburrida. No me gusta el bien y el mal
De su última miniserie, ‘Show me a hero’, basada en la segregación urbanística en Yonkers en 1980, ve paralelismos con la crisis de los refugiados. Sus relatos siempre encuentran una actualización crítica del presente. “Me interesan historias del pasado que sigan hablando de las cosas de hoy”. En mayo comenzará a grabar ‘The Deuce’, su nuevo proyecto con estreno previsto en 2017. “Es una historia sobre la industria pornográfica y el sexo en los 70 en Nueva York y se ve cómo todo el mundo quería hacer dinero, todo el mundo la toleraba y quería invertir en ella. Trata sobre el trabajo y el capital, porque fue una industria floreciente financiada en un principio por el crimen organizado. No estaba regulada, era muy lucrativa y había una demanda. Había un desequilibrio en la industria, que sigue estando hoy con el capitalismo y esa desregulación que ha abaratado el mercado de trabajo. Hay una historia en el pasado que tiene conexión con el presente y hay una oportunidad de que sea política y económicamente relevante”. David Simon siempre va más allá y también quiere retratar la transformación cultural: “Esta industria pornográfica cambió la cultura, en cierta manera vivimos en un mundo pornográfico. Cuando tenía ocho años, mi padre tenía esas revistas y fue mi educación sexual. Pero criar a un hijo hoy en el mundo de Internet ha cambiado la manera en la que vemos estas relaciones personales y el sexo. Por eso no es solo una industria, es también una cultura expandida por el mundo”.
Me interesan historias del pasado que sigan hablando de hoy
Aunque pueda parecer que siempre saca adelante sus proyectos, su espíritu combativo choca otras veces con las directrices de la cadena. Varios proyectos que rondan su cabeza esperan en un cajón. Le encantaría hacer una miniserie sobre el conflicto de Israel y Palestina. “Me gustaría que fuera con guionistas y actores de allí, pero no he podido venderla. Tengo ambiciones, aunque no tengan ningún atractivo comercial”, cuenta con media sonrisa de resignación. Desde hace años también tiene en mente adaptar ‘Legado de cenizas’, de Tim Weiner, la historia de la CIA y de la política exterior americana desde 1945 hasta el 11 de septiembre. “Sería una producción muy cara y dijeron que si tuviera las audiencias de David Chase o Scorsese, pero eso es mucho dinero para los números de David Simon”, bromea. Sin embargo, gracias a la relación con un productor británico, la BBC se ha interesado. Una coproducción, “la financiación así es más plausible”, en la que habría que “añadir un poco del MI6, los servicios secretos británicos, para desarrollarla y devolverla a HBO”.
¿Has intentado hacer algo de España? ¿Sobre la Brigada Lincoln –organización de voluntarios americanos que apoyaron a la II República durante la Guerra Civil-?
HBO no quiso, es una gran historia, es trágica, es complicada. Esos individuos corrientes que vinieron aquí a España por ideología. Me encantaría hacerlo, pero estamos hablando de 1937 y por tanto, es caro, es la guerra. Los americanos estaban luchando por una guerra que no conocen, es importante para vuestra historia pero para nosotros hemos perdido el hilo. Al final estamos haciendo una historia en el que el 40 o 50% eran comunistas, y entonces, cuando hablas de esto en América… (risas) ni siquiera a Bernie Sanders le gustaría hablar de la Guerra Civil española y los comunistas.
David Simon se despide con apuro. El tiempo manda y se ha agotado. Le encantaría seguir charlando mientras no sea de otras series. El autor más influyente de esta edad dorada no consume televisión. Argumenta que no está dispuesto a malgastar diez horas de su vida en algo que luego no le interese. No se fía de los críticos y solo ve algunas cuando han terminado, como ‘Los Soprano’ o ‘Breaking Bad’. George Pelecanos, escritor y guionista en su ficciones, o su mujer, la novelista Laura Lippman, son sus prescriptores. Con ella visitó el Celler de Can Roca y tuvo que comerse sus palabras. El tiempo ha demostrado que rara vez lo hace.
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