'The Wire', en nuestros días y en España
Han pasado más de 10 años desde el comienzo de una de las series de más éxito a nivel mundial. 'The Wire' se desarrolla en Baltimore pero, pese a la distancia y el tiempo, pocas cosas han cambiado. Lo demuestran estas analogías de noticias actuales con la ficción
Madrid
Este finde semana ha estado en España David Simon, el creador de The Wire, que dice que las historias, “cuánto más específicas, más universales”. Y es que no hay tanta distancia entre lo que cuenta la ficción en las calles de Baltimore y lo que sucede en la realidad en los despachos de Madrid.
Deudas heredadas
La cuarta temporada de la serie está marcada por las elecciones a la Alcaldía de Baltimore. Durante su campaña, Tommy Carcetti señala como prioridad la mejora del lado oeste de la ciudad, el epicentro de la droga, pero cuando es elegido como alcalde se encuentra con una deuda en Educación del anterior gobierno que obliga a suspender sus grandes proyectos contra la delincuencia en las calles.
Esta mañana, la Cadena SER cuenta que Ana Botella dejó otro agujero de la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid cuando fue alcaldesa. A las dudas sobre la legalidad de la venta de viviendas públicas a fondos buitre, se suma ahora una deuda oculta de 17 millones de euros que ahora mismo bloquea la construcción de 1.300 viviendas en la capital. Si ha visto la serie, puede que Carmena se esté acordando hoy de la "parábola del gran tazón de mierda":
Con la maleta de dinero negro a cuestas
También es noticia este lunes Mario Conde, que ha sido detenido por repatriar el dinero que saqueó de Banesto que durante estos años ha estado entre Suiza, Reino Unido y otros cinco países más. Cómo no recordar a Marlo y su viaje a Las Antillas francesas con la intención de blanquear el dinero de la droga. Ya lo decía Proposition Joe en la serie: “Ain’t easy civilizing this motherfucker”.
Cajas B
The Wire critica continuamente la corrupción que rodea a la clase política que es especialmente paradigmática en el caso de personaje del senador de Maryland, Clay Davis. Íntimamente relacionado con los narcotraficantes, David utilizaba el dinero de la droga para sobornar y lograr todos los objetivos que se le ponían por delante en política.
Por lo que sabemos, el dinero de la caja B del PP no proviene del mundo de la droga pero la justicia ya ha acreditado en varias ocasiones que en el partido existió financiación ilegal durante mucho tiempo.
Clay Davis disfruta durante el comienzo de la serie de ese dinero pero en la quinta temporada se le empiezan a torcer las cosas. El PP tampoco está pasando por su mejor momento.
Muertos que duelen más
Llega el momento de hacer autocrítica. El propio David Simon, creador de The Wire y periodista, lo hace. A lo largo de la serie, se critica repetidamente la poca importancia que se le da a los muertos del lado oeste de Baltimore, el barrio marginal y de población íntegramente negra. En la quinta temporada, protagonizada por los medios de comunicación, los asesinatos que se producen allí nunca ocupan las primeras páginas. En los diarios tampoco acostumbramos a ver a los refugiados en portada.
Por cierto, diez años después, el periodismo sigue en crisis:
Lentitud burocrática
Los refugiados también nos sirven de ejemplo para demostrar que en algunas ocasiones la burocracia convierte temas urgentes en agónicos. Cuántas veces la administración llega tan tarde que ya no sirve de nada. El pasado mes de septiembre, en plena crisis de los refugiados, el padre Ángel de Mensajeros de la Paz se trasladaba hasta Budapest para pedir más agilidad en los trámites y que pudieran venir pronto a España: "Es una vergüenza que la burocracia esté tan parada ante una emergencia humanitaria como esta", decía desesperado y este lunes -siete meses después- Manuela Carmena ha enviado una carta a Mariano Rajoy con la misma intención: pedirle que desbloquee la situación.
En The Wire, la madre de acogida de Randy, uno de los niños de la zona oeste tiene que estar en el hospital un tiempo y, a pesar de que un policía hace todo lo posible porque el chico no vaya al centro de menores donde, con toda probabilidad sería acosado, no lo consigue. Los plazos para adjudicarle otro hogar son de meses y él necesita una casa ya. El primer día ya le pegan una paliza. La impotencia del policía es la misma que sienten muchos ciudadanos ante una ventanilla.
Escuchas telefónicas
En The Wire, las escuchas telefónicas de la policía son clave para llegar hasta los delincuentes pero éstos se las apañan para codificar cada vez más sus conversaciones. Es interesante cómo, a lo largo de la serie, tanto la policía como los narcos van adaptando los medios, cada uno en su beneficio.
En uno de los casos de corrupción más mediáticos de los últimos meses, el que tiene que ver con el blanqueo en el PP valenciano, también han sido esenciales las escuchas. La Fiscalía Anticorrupción y la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, han investigado la actividad de la supuesta trama a través de las escuchas telefónicas a la exconcejal María José Alcón. De "es muy gordo, ¡eh! El PP lo tiene muy crudo, tía", de Alcón, a “Stinger, si no pagas a un nigga, no trabajará para ti”, de D’Angelo. Entre tías y niggas anda el juego.
El estigma
La cuarta temporada quizá tenga la trama más profunda, la que indaga en más estratos. La idea de que nacer en el lado oeste de Baltimore te marca para el resto de tu vida, subyace durante toda la serie. Pronto, los chicos empiezan a hacer lo que se espera de ellos: vender droga. No se plantean ir más allá. Eso es lo que conocen y eso es lo que imitan. La sociedad tampoco les da oportunidades más allá.
Tampoco se la dieron a un sin techo en Tarragona hace unas semanas. Los clientes de un establecimiento le compraron un bocadillo pero los camareros del local se negaron a dárselo porque “daba mala imagen”. De nuevo, doble rasero. Hay gente que considera que no todas las personas tienen el mismo valor.
Elisa Muñoz
Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...