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Las monjas satánicas de Corella

Fermín Mayorga nos vuelve a visitar como experto en la Inquisición para contarnos cómo actuaba la Inquisición contra las mujeres. Nos relata el caso del convento de Corella (Navarra). Enrique Gomáriz, autor de la novela El osado negro Juan Valiente (Sílex 2016) nos cuenta las aventuras de este esclavo del siglo XVI que llegó a convertirse en uno de los conquistadores de América. Óscar Rodríguez, de Zamora Protohistórica, nos habla de esta asociación y de los trabajos arqueológicos que están llevando en este mes de agosto en el yacimiento de Castillón (Zamora)

Lectura en el convento

Madrid

Han sido muchas las veces que hemos escuchados a determinadas personas, que en algunos conventos españoles se habían encontrado sepultura de niños, algo difícil de entender en un espacio sagrado, donde el sexto mandamiento de la ley de Dios está penado, prohibido.

Este pequeño artículo quiere demostrar, que esa realidad de partos en los cenobios, se vivió de forma real y potente en muchos espacios femeninos dedicados a la vida religiosa. Un ejemplo de ello lo tenemos en el claustro de carmelitas descalzas de Corella (Navarra), donde un grupo de monjas seguidoras de Satanás van a protagonizar, uno de los episodios más llamativos de la vida conventual de este país. El documento a presentar es un proceso de la Inquisición de Logroño incoado en 1743 contra algunas religiosas carmelitas de Corella: el mismo nos cuenta cosas como las que siguen.

SER Historia: La mujer ante la Inquisición (25/08/2016)

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 "María Josefa de Jesús en el siglo Álvarez de Terroba, natural de Moreda, de 31 años de edad, carmelita descalza en el convento de Corella, de oficio boticaria, condenada por cómplice de la madre Agueda en sus ficciones, apostasía de nuestra santa fe, pacto expreso con el demonio, teniendo comercio torpe con él y con los religiosos cómplices con pretexto de obediencia y confesión".

Cargos contra esta reo

Esta reo por inducción de la madre Agueda Josefa de la Encarnación, hizo pacto expreso con el demonio entregándole su alma, admitiéndole por su esposo, creyéndole y adorándole por Dios y renegar del mismísimo Jesucristo y de su santa ley. Tenía por falsos todos sus misterios, ultrajaba las imágenes de Jesucristo, reverenciando y dando culto hincada de rodillas al Diablo cuando le llamaba y aparecía visiblemente en forma de mancebo hermoso. Todo ello lo ejecutó repetidas veces renovando el dicho pacto y exhortando a la perseverancia y continuación a los demás cómplices del grupo, que son 7 entre monjas y religiosos, los cuales se reunían en la celda donde aparecía el diablo para adorarle. En esos momentos, todos tenían acceso carnal con el demonio, con deleite y con mucha frecuencia.

Que en el convento se cometían torpezas con frailes como eran: el hermano Antonio de la Madre de Dios y otros como Juan del Espíritu Santo. Que cuando alguna quedaba preñada, sentían como si se le entumeciese el vientre. Que en otras ocasiones el diablo no se les aparecía físicamente sino en sombra monstruosa.

Que cuando se sentía penetrada por la sombra, recibía en su interior unas ráfagas de aire que se adentraban en su cuerpo por sus partes. Confesó, que era mujer muy viciosa y haber tenido tantos actos torpes repetidos con el diablo y con los religiosos cómplices, que quedó preñada en varias ocasiones; "y que sabía más esta reo en esta línea, que las putas más corridas de Madrid".

Al ser la encargada de la botica la madre Agueda, cuando alguna religiosa del grupo satánico quedaba preñada y para no ser descubiertas, la reo componía bebidas y las daba para abortar, tomándolas también la reo con acuerdo de los cómplices. Tuvieron muchos abortos en sus celdas de criaturas animadas, quedándose en cama con pretexto de enfermas y asistiéndose unas a otras las cómplices, poniendo todo su cuidado en ocultar dichos partos ahogando en ocasiones las criaturas y enterrándolas en lugar excusado de la huerta, teniendo esta reo mucho cuidado en que el hortelano no labrase en dicho sitio, y para ello sembraba flores.

Condena

Que en la sala de la audiencia salga en forma de penitente con sambenito de media aspa, se le lea su sentencia con méritos, sea absuelta ad cautelam, gravemente reprendida, advertida y conminada y reclusa por tiempo de dos años en el convento de su religión de Pamplona, privada de voz activa y pasiva, de velo negro y tenga el último lugar en los actos de comunidad excepto en legas y novicias, no pueda tratar ni comunicar de palabra ni por escrito con persona alguna de afuera y en el convento. Solo podrá tratar con la religiosa o religiosas que a la prelada le pareciese necesario, sea encargada a persona docta y virtuosa (que no sea de su religión) para que la fortifique en la mística y los misterios de nuestra santa fe y cuide de su dirección y gobierno espiritual.

 
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