De la tragedia a la farsa
Los problemas del PSOE no empezaron con él, con Pedro Sánchez, ni se acaban con su caída

Madrid
La fractura del PSOE es tal que hasta la forma de romper es objeto de interpretaciones. A Pedro Sánchez le dimitieron ayer 17 miembros de la comisión ejecutiva nacional, que sumados a tres vacantes que ya existían, deja vacía más de la mitad de esa Comisión. Las reglas del partido son claras en este caso: se debe convocar un Comité Federal para que a su vez convoque un Congreso extraordinario que resuelva la crisis y elija una nueva dirección. Pero a nadie se le escapa que la respuesta a la pregunta quién conduce el proceso es muy relevante porque el proceso incluye no solo la organización del Congreso del partido sino su posición sobre que haya gobierno o nuevas elecciones en España. Así que a la pregunta quién conduce el proceso hay dos respuestas:

Pepa Bueno

Pepa Bueno
Para la dirección federal, Pedro Sánchez y los suyos, el literal del artículo 36.o de los estatutos permite que lo que queda de la Comisión tras la dimisión masiva pueda seguir al frente del partido, con Pedro Sánchez de secretario general, y organizarlo todo.
Los críticos creen que no, y remitiéndose a la crisis del PSOE en Ávila en el 2014 argumentan que entonces, ante la vacante de la mitad más uno de la comisión provincial, se suspendió la actividad de todos los órganos del partido y se puso al frente a una gestora. Ateniéndose a este antecedente, reclaman que otra gestora asuma ahora la dirección federal hasta el Congreso extraordinario.
La democracia son formas y estas tienen que ser claras e indudables. Pero hoy lo evidente es que a Pedro Sánchez le han dimitido 17 miembros de su dirección y que no tiene respaldo para tomar las decisiones que haya que tomar hasta el Congreso extraordinario. A él lo eligieron en primarias y él eligió a la comisión ejecutiva que ahora, en un número elevadísimo, le ha retirado la confianza. Políticamente esa quiebra de la confianza no admite discusión. Por cierto, comisión ejecutiva que formó pagando los peajes a las federaciones que lo convirtieron con su apoyo en secretario general frente a Madina, entre ellas la andaluza o la valenciana.
A veces, la línea entre la tragedia y la farsa es muy delgada y peligrosa. Ya tienen bastante los socialistas con la sangría electoral y con el espectáculo que llevan protagonizando todos desde hace demasiados meses para asistir esta mañana a la escena que está prevista en Ferraz. Por un lado, reunión de los restos de la Comisión ejecutiva -los de Sánchez - y por otro, reunión de tres miembros de la Comisión de Garantías afines a los dirigentes críticos. Alguien debe detener esta locura, y ese alguien es quien tiene mayor responsabilidad orgánica, el secretario general.
Los problemas del PSOE no empezaron con él, con Pedro Sánchez, ni se acaban con su caída. Pero en cualquier caso, lo único claro ahora es que tendrán que celebrar un Congreso extraordinario. Será el momento de medir de verdad las fuerzas de cada uno.




