Lo que la razón exige que ocurra

Madrid

La dirección del PP, informa una agencia de noticias, afronta con tranquilidad el inicio del juicio por la trama Gürtel y no cree que vaya a tener consecuencia o repercusión en los acontecimientos políticos de los próximos días. De todas formas, ha enviado a sus diputados y altos cargos un argumentario con las respuestas que deben dar si alguien les pregunta.

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La dirección del PP está tranquila. Es probable que así sea, pero en eso, precisamente, reside el mayor de los escándalos. En que estén tan tranquilos, pese a que se está juzgando una imponente trama de corrupción política que anidó en el Partido Popular y que solo fue posible por la confabulación de decenas de altos cargos de ese partido político.

Por bastante menos que la Gürtel, en la mayoría de los países democráticos europeos se habrían visto obligados a dimitir, como mínimo, el secretario general y la ejecutiva en pleno del partido. Aquí, por lo que parece, a los dirigentes nacionales del PP no les ha entrado ni tan siquiera intranquilidad. No piensan preocuparse lo más mínimo, ni tan siquiera si los jueces terminan por dictar una sentencia condenatoria que mande a la cárcel a buena parte de esos ex cargos del PP.

¿Por qué iban a preocuparse? ¿Tienen acaso ellos algo que ver? ¿A quién se le puede ocurrir semejante idea? ¿Exigirles responsabilidades políticas por una trama de corrupción que arrasó con fondos públicos en ayuntamientos y comunidades gobernadas por dirigentes del Partido Popular?, a santo de qué. Y sin embargo, todos sabemos perfectamente en qué consiste la responsabilidad política y la desfachatez política.

Todos sabemos que debería haber ocurrido. Y qué consecuencias nos traerá algún día, a todos, que no ocurra lo que la razón exige que ocurra.