De Esperanza Aguirre a Fernández-Díaz

Madrid

Malo es que en el PP madrileño algunos dirigentes, sea Francisco Granados –hoy ilustre residente en la cárcel de Estremera-, o quizá Ignacio González, el del ático marbellí, decidieran espiar a sus compañeros de partido con dineros de los ciudadanos. Malísimo es que este caso dure ya siete años y aún estemos en que si voy y que si vengo. Pero lo peor de todo es que todavía tengamos que aguantar que la máxima responsable de aquella caterva de malandrines y maleantes que hallaron cobijo en la Comunidad de Madrid en la década pasada, la muy ilustre Esperanza Aguirre, permanezca en la vida pública dando lecciones de honestidad en el Ayuntamiento de Madrid.

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Es verdad que en el PP a nadie se le mueve una onda de la permanente, y ahí tienen a Cospedal en diferido elevada a ministra o a Rita Barberá tan ricamente aposentada en el Senado.

Pero hay situaciones intolerables y la de Esperanza Aguirre, mentira tras mentira, delincuente tras delincuente, alcanza ya cotas insultantes. Si lo sabía, una desvergüenza, y si le tomaban el pelo, un horror.

Y permitan a este Ojo un añadido: ¿Considera el PSOE que entronizar a un personaje como Fernández-Díaz en una importante Comisión del Congreso a cambio de otro sillón contribuye a la regeneración que la izquierda debe imprimir a la vida política?

Siguen sin enterarse de nada.