Meditación para un funeral
Fue Simone de Beauvoir la que dijo que Castro había cambiado las nociones de posible e imposible. El problema es que él mismo se creyera e hiciera creer a mucha gente que lo imposible era posible.
El dietario de Ramoneda
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Barcelona
“Le hemos sobrevivido” me escribió el cubano Ivan de la Nuéz al conocer la noticia de la muerte de Castro. Y es verdad que ya empezábamos a dudarlo. Me gustaría estar con vosotros Angels, respirando el ambiente de despedida. Fue Simone de Beauvoir la que dijo que Castro había cambiado las nociones de posible e imposible. El problema es que él mismo se creyera e hiciera creer a mucha gente que lo imposible era posible. Fue su fuerza y dio aliento a su mito. Pero, al mismo tiempo, le condenó al fracaso. Meditación para un funeral.
Aquí, en el llamado viejo continente, cada días gastado, seguimos con cuitas conocidas. Rajoy ningunea a Ciudadanos y da trató preferencial al PSOE en las negociaciones presupuestarias. Es el corporativismo de los partidos tradicionales. Melancolía del bipartidismo. Fantasía del retorno al viejo orden. Y en materia económica los socialistas no parece que vayan a ponerse muy exigentes.
Además del referéndum italiano estamos en vigilias de la repetición de las elecciones presidenciales en Austria, con los sondeos pronosticando la victoria de la extrema derecha. El expresidente socialdemócrata Heinz Fischer constata dos cosas importantes: que la insatisfacción con las élites no deja de crecer en Europa y que la democracia no es indestructible. Yo me permito añadir otras dos: que todo crecimiento de la extrema derecha es un paso hacia la destrucción de Europa. Y que no debemos olvidar que el capitalismo no necesita de la democracia para sobrevivir.
La última moda es acusar a los populismos de los problemas de Europa. Ayer se apuntaba a ella, Mario Draghi, el presidente del Banco central Europeo. Pero el populismo ha sido un efecto antes de convertirse en causa. Si ha llegado hasta aquí es por lo mal que se gestionó la crisis y sus efectos. Culpabilizar al populismo de nuestras desgracias, es una manera de eludir las responsabilidades de quienes han estado gobernando Europa en los últimos años.