Soy yo

Madrid

No eres tú, soy yo. Ha tenido el descaro de colarme esa frase, como si hubiera hecho una apuesta con sus amigos: van veinte chipolos a que le digo no eres tú soy yo y ni parpadea. Venga.

Que no es que a mí me importe mucho que hayamos cortado. En realidad, hacía tiempo que me rondaba la cabeza, desde que empezamos el curso y me di cuenta de que entre exámenes, y amigos, y cumpleaños familiares, ni nos veíamos, ni nos añorábamos. Me gustaba, eso sí, tener novio, tenerle como novio. Un chico aparente, me aportaba mucho el que me vieran con él incluso aunque nos viéramos poco. No sé si me explico. Que no eres tú, me dice.

¿Entonces, qué es? ¿Quién es? Si no soy yo el problema, ¿qué quiere, qué busca? ¿Qué es lo que yo no le he dado? Desde que nos conocimos no ha dejado de quejarse. Que si yo era fría, que si no sabía de qué hablar conmigo, que si no quedáramos tanto con mis amigas, que si yo carecía de conciencia política. Que esto era una relación, no un examen de ética, por favor. Me hacía sentir una superficial, ¡A mí, que si algo soy es sensible, que lloro por todo! Un listo, eso es lo que es. Por supuesto que no soy yo. ¡Encima, voy a ser yo! En cuanto pasen las navidades, me busco otro.

Que ya tenemos diecinueve años, no somos unos críos. A ver si madura, por Dios, que no se puede jugar así con los sentimientos.