Mickey Rooney: “No me importa demasiado lo que digan sobre mí siempre y cuando escriban bien mi nombre”

Madrid

1939 fue un gran año para el cine. Fue el año de “Lo que el viento se llevó”, de “La diligencia”. Había grandes estrellas en boga como Clark Gable o James Stewart. Pero el número uno de la taquilla ese año, y el mejor pagado de todos, era un actor bajito de 19 años llamado Mickey Rooney. A pesar de su edad Mickey era ya todo un veterano. Hijo de artistas llevaba trabajando en el teatro desde los 18 meses. Con 10 años firmó un contrato con la Metro. Intervino en varias películas, pero su consagración llegaría en 1937 al lado de Spencer Tracy.

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“Forja de hombres” le catapultó a la fama. Después formaría pareja de gran éxito con Judy Garland en un sin fin de comedias musicales. Tras la Segunda Guerra Mundial llegaría la decadencia. Los personajes protagonistas se acabaron para él. Aún así no dejó de trabajar. Aceptaba cualquier papel aunque fuera pequeño. Así pudimos verle en películas como “Los puentes de Toko-ri” o “Desayuno con diamantes”.

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Tenía fama de mujeriego y coleccionista de esposas. Hasta ocho llegó a tener. Dice la leyenda que Mickey trabajó toda su vida para pagar los divorcios millonarios que le costaba cada nuevo matrimonio. En 1983 le concedieron un Oscar honorífico por toda su carrera pero aún faltaban muchos años para que nos dejase. Hasta su muerte en 2014 el eterno Peter Pan del cine se paseó por festivales y certámenes cinematográficos contando sus historias del viejo Hollywood, con el mismo rostro infantil y el espíritu alegre que le consagró hace décadas, cuando allá por 1939, una vez, fue el actor más famoso del mundo.