El arte de elegir pícaros. Para ser finos
Vaya tela tenemos que cortar desde hace ya algunos años con los directores gerentes del Fondo Monetario Internacional. Primero Rato, luego Strauss-Kahn y ahora Lagarde, la negligente
El Ojo Izquierdo: 'El arte de elegir pícaros. Para ser finos'
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Madrid
Vaya tela tenemos que cortar desde hace ya algunos años con los directores gerentes del Fondo Monetario Internacional.
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Allá en 2004 apareció por la sede del Fondo en Washington un español, Rodrigo Rato, orgullo patrio, de quien conviene destacar no ya su espantada antes de cumplir con su contrato, y ni tan siquiera referirnos a sus posteriores y notables obras, Bankia en primer lugar, sino por los informes que hizo el FMI durante su mandato, absoluta y torpemente ciegos ante la crisis de 2008. Todo eran mensajes optimistas sin que señores y señoras tan listas supieran ver el desastre que ya les comía por los pies, llenos esos informes, que solo sirvieron para alegres confetis, de grandes alabanzas a los sistemas bancarios norteamericanos o británicos. Sigan ese camino, decía el FMI a los demás, que irán directos la gloria.
Vino después el fogoso Dominique Gaston André Strauss-Kahn, de tan conocida trayectoria en los periódicos de sucesos y de cuyos ardientes casos mejor correr un tupido velo.
Ahora tenemos a Christian Lagarde, la negligente, al frente del Fondo, ese gran vigilante de las excelencias del capitalismo financiero.
Para serles sincero, este modesto Ojo solo recuerda a una ciudadana con menos habilidad para elegir a sus colaboradores que quien haga ese trabajo para el FMI, con puñados de cargos de confianza en cárceles o juzgados. Acertaron: Esperanza Aguirre.