A un paso del fascismo

Madrid

La condena de un año de presión por el Tribunal Supremo a César Strawberry, el cantante de Def con Dos, no es únicamente un disparate jurídico. Es una brutal amenaza contra todos los ciudadanos, un golpe de efecto para asustar al respetable, una táctica, la cárcel contra la libertad de expresión, que el fascismo ha usado con profusión desde tiempos inmemoriales.

No eran una exageración las críticas al ministro Fernández Díaz y sus acompañantes: con las leyes que el PP ha promovido está en peligro la libertad. Con mayúsculas. Porque siempre puede haber un juez como el magistrado Marchena, para muchos compañeros, el general en jefe de la Brigada Acorazada Judicial de la derecha extrema, dispuesto a dejar bien claro quién manda en esta sociedad y donde nosotros, los biempensantes, los amos del universo, hemos situado los límites de lo que se puede decir y a poco que avancemos, incluso pensar. Hasta la nieta de Carrero Blanco ha tenido que salir al paso de este celo censor.

¿Qué bromas vamos a poder gastar? ¿Dónde acaba la estupidez –muchos tuits son especialmente estúpidos- y empieza el delito? ¿Por qué las diatribas insultantes y humillantes para tantos ciudadanos de un Jiménez Losantos, bien amamantado por Bárcenas y Acebes, nunca tropiezan con esos jueces vengadores?

Este Ojo no tiene dudas: porque son carne de su carne, sangre de su sangre.