La impunidad de los corruptos
Nunca aprenden, porque nunca tienen que pagar por nada. Es la impunidad de los corruptos, de unos políticos imposibles y de unos estamentos judiciales que en ocasiones, más que vigilantes, parecen los cómplices de los delincuentes
Madrid
No es verdad que los poderes públicos luchen hasta la extenuación contra la lacra de la corrupción como quieren hacernos creer. Es mentira, y los hechos vienen a confirmar esa falsedad. Hoy tenemos dos ejemplos.
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El primero, el caso de Milagrosa Martínez, la exconsejera de Turismo del PP en Valencia apodada La Perla, gran apoyo de Francisco Camps, condenada a nueve años de cárcel en la rama valenciana de Gürtel por los delitos de tráfico de influencias, malversación y cohecho.
El tribunal destacó en su sentencia “el grado de corrupción que durante su mandato” alcanzó a toda la materia de contratación de su departamento. Pues resulta que ahora, si deposita 15.000 euros en el juzgado antes del 20 de febrero, no pisará celda alguna. La cuenta, más o menos, sale a cinco eurillos por cada día de cárcel. Un chollo.
Para no irnos muy lejos, tenemos la orden de la Fiscalía Anticorrupción para librar de la quema al presidente de Murcia, el popular Pedro Antonio Sánchez, en contra de las propias fiscales y el juez que lleva el caso. De nuevo unos delitos de corrupción que se intentan tapar, ocultar, enterrar.
Nunca aprenden, porque nunca tienen que pagar por nada. Es la impunidad de los corruptos, de unos políticos imposibles y de unos estamentos judiciales que en ocasiones, más que vigilantes, parecen los cómplices de los delincuentes.
