El teléfono que suena

Yo ahora no cubro la información diaria de ningún partido, así que no paso por lo que pasan mis compañeros. He hecho campañas electorales, llevo casi veinte años haciéndolas, y en ese tiempo he aprendido algo: la peor presión es la que no te cuentan; la presión que se ejerce internamente, no desde fuera. Al teléfono aguantas a mucho tipo grosero que a menudo pierde los estribos, a mucho señor que suelta amenazas o que se ríe de ti o te dice que estás comprado por otro partido. Es humillante porque no creo que nadie, con una posición de poder, tenga derecho a decir y hacer esas cosas. Y siempre me preocupó la libertad de jefes de prensa, asesores o cargos públicos en llamar a un teléfono y tratarte de esa forma. También he de decirte que cuando eso ocurrió nunca sentí miedo o me preocupó perder mi trabajo. Cuando sientes miedo real y te preocupa perder tu trabajo no es tu teléfono el que suena. Ésa es una circunstancia para mí importante en esta noticia: Podemos llama y amedrenta con palabras feas a los redactores porque no puede sugerir a sus jefes, con palabras suaves, que los releven o los echen.

Uno de los primeros problemas de Podemos es la prensa pero para la prensa no creo que Podemos sea el primer problema. Quien tiene capacidad de acción sobre la libertad de prensa no es un partido enfrentado a casi todos los grandes grupos de comunicación sino el partido en el poder, cuyo modelo de periodismo se puede observar en la radiotelevisión pública y cuya injerencia en medios privados es conocida. Yo me creo a un dirigente de Podemos o a alguien de su entorno amenazando a un periodista, me lo creo además porque en público han teledirigido a su legión de trolls contra todo tipo de periodistas, pero si ese mismo dirigente llama a la empresa del periodista y sugiere que le sustituyan o pide su despido, es probable que al periodista lo asciendan.