Primer asalto, fallido

El primer asalto de la ultraderecha para situarse como partido más votado en un país de la llamada Europa occidental fracasó ayer, al no lograr Geert Wilders, el líder xenófobo holandés, desbancar al primer ministro conservador. Esa es la noticia más importante porque alivia un poco la presión cara a las elecciones francesas del próximo 23 de abril, es decir, cara al segundo asalto de esa batalla que protagonizará Marie Le Pen.

No conviene, sin embargo, echar las campanas al vuelo. Es verdad que la ultraderecha, que ya gobierna en Europa en Hungría y en Polonia, no puede sumarse un nuevo tanto, pero el partido de Wilders ha conseguido mejorar sus resultados respecto a las elecciones anteriores y compite, codo con codo, por el segundo puesto. Y además, lo ha logrado con un programa brutal, que proponía, nada menos, que sacar a Holanda de la Unión Europea, una organización que ayudó a fundar hace sesenta años, y suprimir la libertad de culto, en perjuicio de los musulmanes.

El primer ministro y su partido conservador han conseguido aguantar, quizás ayudados por su enfrentamiento diplomático de última hora con el gobierno turco, pero no así su principal socio, el partido socialista. La gran coalición parece haber dado un golpe formidable a los socialistas holandeses, que han perdido, no ya el segundo puesto, sino un número muy grande de escaños. El partido, que sacó un resultado muy notable en las últimas elecciones y que se reservó en el gobierno las carteras de carácter social, no ha sido capaz de convencer a sus votantes de su giro político y lo ha pagado muy caro.

Lo previsible es ahora una larga negociación hasta que Mark Rutte consiga los apoyos necesarios para volver a formar gobierno, esta vez, seguramente, sin socialistas.