Rojo a José Ignacio Wert

Madrid

Rojo, a José Ignacio Wert, que abandonó su retiro de amor y lujo en París, pagado a escote por todos los españoles a los que jodió la vida, para acercarse a inaugurar su retrato, también sufragado por usted y por mí, en la sede de un ministerio con el que estuvo a punto de acabar.

Ámbar, al Tribunal de Justicia de la Unión Europea por las sentencias que impedirían a las mujeres musulmanas llevar el velo en su trabajo. Nunca he tenido opinión sobre este asunto porque me parece que los argumentos a favor tienen tanta fuerza como los argumentos en contra.

Verde, a Francisco Granados, que con sus Cartas a Esperanza Aguirre, además de resucitar el género epistolar, nos muestra las sutilezas con las que el mundo del hampa hace callar la boca a los traidores.