El interés privado de Interior

Madrid

De la comparecencia del exministro de Interior se saca en claro que está acuerdo en que haya una comisión de investigación, pero no con él como investigado sino como investigador. Es natural que el gobernante quiera saber quién lo grabó, del mismo modo que los gobernados quieran saber qué se graba. Aquí está el conflicto de intereses: el interés público y el interés privado. Si el ministro de Interior comenta en en su despacho que quiere exterminar al pueblo gallego, si esa grabación se difunde es lógico que el ministro quiera saber quién lo difunde, pero a los gallegos nos importa un carallo. Los gallegos no vamos a esperar a saber quién está filtrando secretitos en Interior: nos organizaremos, nos marcharemos otra vez a Buenos Aires o pedimos la dimisión del ministro y desactivamos nuestra desaparición como pueblo épico.

El ministro no está pero sigue el Ministerio. Y lo que se investiga es una supuesta policía política al servicio del Gobierno para desactivar, intoxicar y perseguir partidos democráticos. La comisión de investigación no se organiza para que Jorge Fernández Díaz depure responsabilidades en diferido entre subalternos traidores. La comisión de investigación se hace para aclarar si el poder ejecutivo y el poder judicial van de la mano en determinadas cuestiones y si en lugar de proteger y garantizar la seguridad de los ciudadanos, la están atacando. La realidad del Gobierno del PP es una realidad flexible que suele adaptar a su capricho, pero pedir que nos tapemos los oídos para no escuchar lo que dice en la intimidad de su despacho porque la grabación es ilegal me parece una petición excesiva. Precisamente por el carácter ilegal de lo que se dice.

Ayer el exministro denunciaba un afán conspiratorio y destacaba el hecho de que las grabaciones se conociesen en la campaña general. Tiene toda la razón del mundo: cuando te graban a escondidas en tu despacho buscan hacerte daño, así que se elige el momento en que se difunde para hacerlo. Que la difusión de un delito sirva a determinados intereses no hace menos importante el delito. Y que Fernández Díaz presuma de que no tuvo ningún efecto negativo electoral no demuestra que las grabaciones sean mentira: demuestra, en cualquier caso, que el votante del PP necesita un apocalipsis para no hacerlo.