Ya no nos mueven ni los lingotes de oro
El juez Eloy Velasco sospecha que los 146 lingotes de oro, más una cuenta de un millón de euros que Eduardo Larraz escondía en Suiza, provienen de las comisiones que cobraba a espuertas y que se repartía con su jefe, el preso Francisco Granados
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¿Cuánto debe robar un cargo público para que los periódicos lleven su caso a la primera página? Debe ser que la noticia sobre Eduardo Larraz, alto cargo de la Comunidad de Madrid, otra vez Esperanza Aguirre, no llega a esos estándares, porque su caso ha pasado sin pena ni gloria ante las narices de una sociedad anestesiada. Pero conviene destacarlo. Por higiene pública.
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Resulta que el juez Eloy Velasco, de la Audiencia Nacional, sospecha que los 146 lingotes de oro, más una cuenta de un millón de euros que el susodicho escondía en Suiza, provienen de las comisiones que cobraba a espuertas y que se repartía con su jefe, el preso Francisco Granados, millones y más millones, cuando presidía la empresa pública Arpegio, que a pesar de su nombre tan culterano, en realidad se dedicaba a algo bien prosaico: comprar y vender suelo en plena época de pelotazos urbanísticos.
El buen señor nos ponga donde haya, debieron pensar. Larraz fue también jefe del gabinete de Celia Villalobos cuando era ministra de Sanidad y ya fue pillado en falta hace años porque se le descubrieron varias cuentas en las Islas Vírgenes. Un prenda bien desahogado, este Larraz. Dijo Celia Villalobos para defender al dimitido fiscal Moix que a ver si había que ser pobre para dedicarse a la política. No, mujer. Vale que sean ricos, pero no ladrones.