Protocolos ineficaces

Los protocolos de la policía británica para identificar a las víctimas de hechos violentos son “pesados”, informó el titular del Foreing Office, Boris Johnson, a su colega español, el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, para intentar explicar la tardanza en averiguar si el joven español Ignacio Echeverría era una de las siete personas que murieron en el atentado de Londres.

Más que “pesados” se podría decir que esos protocolos deben ser extremadamente anticuados e ineficaces, porque no es de recibo que setenta y dos horas después del atentado, habiendo recibido las huellas dactilares de Ignacio y contando con la presencia de una de sus hermanas que hubiera podido reconocer el cuerpo, la famosa Scotland Yard no fuera capaz de aliviar la angustia de la familia Echeverria.

Nadie duda de la valentía de los agentes británicos que tuvieron que hacer frente al terrible atentado del sábado. Hay pruebas mas que suficientes que atestiguan su sentido del deber y formidable compromiso con la defensa de los ciudadanos. De lo que se duda es de sus jefes y de los protocolos que aprueban sus jefes, es decir de la eficacia de la organización policial más famosa de Europa.

Scotland Yard forma parte de la literatura universal pero desde hace tiempo muestra agujeros preocupantes, no solo en algunas de sus actuaciones sino, lo que es peor, en su transparencia como organización. Todavía duele la muerte a balazos del electricista brasileño Charles de Menezes, que fue confundido con uno de los terroristas que provocaron el terrible atentado de julio de 2005 en el sistema de transportes londinense.