Monterey, el festival que incendió el rock
Este 2017 se cumplen cincuenta años de la edición del festival de Pop de Monterey, el primer gran evento de los 60
Madrid
El Festival de Woodstock se llevó la gloria y la fama, pero la historia de la música en directo comenzó en Monterey (California) en pleno verano del amor, en aquel verano de 1967 en el que la psicodelia conquistó la música de la mano de las bandas de San Francisco cambiando el foco de atención de la costa este a la oeste. Todo empezó en Monterey, todo lo que ha venido pasando en la música en vivo en el último medio siglo. Aquel festival fue el germen de los grandes eventos de música. No fue el primero, pero fue el mejor. El festival en el que Jimi Hendrix quemó su guitarra, el que coronó a Janis Joplin, en el que Ravi Shankar tocó cuatro horas y los Who 25 minutos. Monterey fue, sin embargo, el festival de Otis Redding, que ante un público principalmente blanco demostró -en plena segregación- que los negros eran los inventores del ritmo, del rock, del baile. Su espectáculo en California, a escasos seis meses de su muerte, fue la consagración de Redding y del soul.
Cincuenta años del festival de Monterey
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En 1967 los jóvenes todavía pensaban que el mundo podía cambiar, que podían parar las guerras, destronar a los viejos líderes y vivir del amor, ajenos a las reglas del mundo de sus padres. Monterey vivió de ese espíritu, con músicos que tocaban gratis y el público vestido con flores y compartiendo lo que tenían, ya fuese comida, bebida o drogas. Todo ese sueño se cristalizó en Monterey y desapareció dos años después. Entre el espejismo de Woodstock se colaron los asesinatos perpetrados por los secuaces de Charles Manson y el desastre de Altamont, cuando los Ángeles del Infierno –contratados para la seguridad del concierto- apuñalaron a un asistente negro al concierto de los Rolling Stones.
Pero antes de que el sueño de los sesenta se desvaneciese dejando paso a un nueva época, Monterey fue el fin de semana perfecto para esos jóvenes que habían descubierto la música a comienzos de aquella década de música prodigiosa. En Monterey se juntaron muchos de los representantes de aquel sueño y muchas de las bandas que lideraban el cambio. El festival californiano fue el escenario que consagró a Janis Joplin, que emocionó al público con una puesta en escena emocionante y vibrante con esa capacidad que tenía la vocalista de cantar individualmente para cada oyente. También fue el momento de Jefferson Airplane, que habían publicado en enero ‘Surrealistic Pillow’, aquella joya que inauguró el verano del amor con ‘White rabbit’.
La fiesta comenzó el viernes 16 de junio con los pases de Eric Burdon de los Animals o Simon and Garfunkel y tomó forma el sábado, con los giros blueseros de Canned Heat, Big Brother, The Butterfield Blues Band, Country Joe and the Fish, The Byrds, Jefferson Airplane y Otis Redding. La música siguió el domingo con un segundo pase la de la banda de Joplin y la locura de los Blues Project, Buffalo Springfield, Grateful Dead, Jimi Hendrix y el cierre de Mamas and the Papas. Pero Monterey será recordado, principalmente, por las actuaciones de Janis, Hendrix y Otis.
La reina del festival
Janis Joplin fue, quizá, la gran triunfadora del festival. Tan arrolladora fue su puesta en escena del jueves que los organizadores pidieron al grupo repetir pase el domingo para que pudiese ser grabado por las cámaras que estaban rodando un documental sobre el festival. Joplin llegó a Monterey en el mejor momento de su carrera y con Ball and Chain bajo el brazo. La cantante tejana había escuchado aquella canción a Big Mama Thornton, la blueswoman que cantó el ‘Hound dog’ que consagró a Elvis, y convirtió la canción en uno de sus mayores éxitos. Joplin se dejó el alma en aquellos dos pases tan breves como intensos y salió de Monterey siendo una de las más brillantes estrellas del rock.
La guitarra en llamas de Hendrix
Si Joplin fue la voz de Monterey, Hendrix fue la imagen del festival prendiendo su guitarra en llamas como sacrificio final del gran héroe de la guitarra de los años sesenta. El músico de Seattle había editado en ese mismo año Are You Experienced y Axis: Bold as Love y no había mejor guitarrista que él en America y solo Clapton con sus Cream podía competir con su experimentación y pasión a la hora de tocar. Aunque la actuación de Hendrix en Woodstock tuvo mucho alcance, puede que más, fue en Monterey donde Jimi sacrificó su guitarra en pos de una foto para la eternidad.
Y entonces Otis Redding
Monterey tuvo varias cosas especiales, una fue la tendencia a invitar a bandas de las dos costas de los EEUU y a grupos con músicos blancos y negros. De hecho hubo una invitación a Motown para que llevase a algunas de sus estrellas a California, pero su dueño se negó. Si aprovechó esa oportunidad Otis Redding, que en menos de una hora demostró todo su talento en su primera actuación ante un público principalmente blanco que alucinó con la fuerza sobre las tablas de Otis, que tras el festival decidió pasar unos días en la costa californiana, de allí saldrían los primeros versos de ‘Dock of the bay’, la canción que llegó al número 1 tras la muerte del cantante que vivió en Monterey uno de los mejores momentos de su carrera, el concierto que le abrió las puertas al público blanco y al estrellato.